"Profundo respeto". Para que la historia y los símbolos históricos no se transformen en juguetes

01 de mayo de 2024

El número 432 de la revista Marzig, editada por la Comisión Central Mundial de Homenetmen, publicó una interesante nota editorial sobre los cambios de los símbolos nacionales propuestos por el oficialismo en Armenia. A continuación reproducimos el editorial en castellano gracias a la traducción de Abraham Aharonian.

Nuevamente es un tema del orden del día las modificaciones del himno nacional. Los responsables de la nación están a disgusto porque el himno “finaliza con palabras y escenas de sacrificio”. Protestan porque en las estrofas del himno “se incluye la palabra muerte”. Más aun, exigen que “sea armenio, que tenga vinculación con nuestro Estado y con la música armenia y que se corresponda con las normas de los himnos”.

Si las precedentes manifestaciones pertenecieran al común de los hombres, es posible que muchos no las tomarían en serio y rápidamente pasarían sobre las mismas. Pero cuando esas manifestaciones pertenecen al Primer Ministro de Armenia y al Presidente de la Asamblea Nacional, ellas no pueden dejar de ser serias y no pueden dejar de tener una motivación política.

En definitiva, los símbolos nacionales “no son juguetes a los que hay que temer”, con los cuales se entretienen los varones del Estado, cuando quieren o cuando están aburridos.

Seguramente, los responsables persiguen un objetivo cuando hacen pública semejante cuestión.

El objetivo parece ser simple.

El objetivo es ignorar el pasado. El nuevo objetivo es adoptar un himno propio denominado “el siglo de la independencia”, porque según ellos el himno “MerHairenik” no se corresponde con las características actuales de nuestra patria, como símbolo y manifestación de la visión actual de la nación.

Para los responsables de la patria, pareciera que el hijo libre no tuvo padre, que no existió el ideal de la Armenia independiente, que no existe el objetivo del regreso a la patria.

O que no es agradable la bandera con tres colores, como sagrado emblema que flamea frente al enemigo. O lo más peligroso, ojala que no sea eso, que “se martiriza por la libertad de su patria”.

¿Acaso estos renglones no representan la foto auténtica de nuestro siglo y medio de vida? Hace falta conocer un poco la historia, para recordar que:

“MerHairenik” antes de nacer como himno, nació en el alma de nuestro pueblo. Nació con emoción, con crisis y con revolución.

En abril de 1915, “MerHairenik” se convirtió en la creación de la autodefensa de la armenidad. En esos días, la orquesta de la dirección del colegio de Van, ejecutó periódicamente el himno para las fuerzas de autodefensa de Van.

Los héroes de Sardarabad, PashAbaran y Garakilisé, derramaron su sangre inspirados y con fe en “MerHairenik”.

El 1° de agosto de 1918, la primera sesión de la Asamblea Nacional en la historia del pueblo armenio, se inició con las estrofas del himno “MerHairenik”. Un año más tarde, cuando se proclamó la República de Armenia Unificada, en la Asamblea Nacional sonaron las estrofas del mismo himno. Y así, durante la Revolución de Febrero, durante los días del Movimiento de Artsaj, el himno “MerHairenik” fue indiscutible.

“MerHairenik” fue aceptado por el pueblo y resumió las aspiraciones y las vivencias de nuestro pueblo. Por esa razón, cuando Armenia logró independizarse nuevamente, las autoridades no vacilaron en proclamar, el 1° de junio de 1991,  “MerHairenik” como himno nacional. 14 años más tarde, con el voto popular que aprobó la Constitución de Armenia, se estableció un mecanismo preciso para establecer el himno nacional. Un año después, en 2006, luego de analizar 85 propuestas, “MerHairenik” fue confirmado como el himno nacional y unificó a todos, a los soldados que fueron a combatir y al pueblo.

En la Diáspora, durante 70 años, las sucesivas generaciones soñaron con Armenia Libre, Independiente y Unificada con “MerHairenik” como recuerdo de la independencia perdida, como valor del Estado y símbolo nacional. Los héroes se martirizaron en la lucha por la Causa Armenia, porque creyeron que “el hombre muere una sola vez, pero dichoso el que se sacrifica por la libertad de su nación”.

Es cierto, “MerHairenik” no fue la mejor canción del mundo, tampoco tuvo las mejores palabras ni la mejor música, pero el hombre armenio y principalmente el Homenetmenagan, la quiso y la adoptó, porque en ella vió su historia, la auténtica biografía de su pueblo. Una canción por la que la gente quiere crear  la independencia, luchar y morir.

“MerHairenik” es nuestro pasado y el pasado no es posible negarlo. Nosotros venimos del pasado y “MerHairenik” simboliza la conquista de nuestro estado independiente luego de seiscientos años de esclavitud y del cual la Armenia presente es su sucesora.

“MerHairenik” es un símbolo estatal y los símbolos estatales no se pueden cambiar por el capricho o el gusto de los hombres. La legitimidad de un símbolo la establece la historia y no el pueblo.

¿A cuál pueblo se refieren estas palabras? ¿Se refieren a las doscientas mil personas que llenaron la Plaza de la República en 2018? ¿Pero no estaban ausentes de la plaza en esos días dos millones doscientas mil personas? O están dirigidas a los seiscientos ochenta mil armenios que eligieron a la mayoría de los miembros de la actual Asamblea Nacional. En ese caso, en Armenia y fuera de Armenia existen el doble o el cuádruple número de armenios, que tienen o pueden tener una opinión diferente. Así como las masas dependientes del príncipe son pueblo, las masas disidentes del principado también son pueblo. Los neutrales y los indiferentes son también parte del pueblo. No es justo asimilar la comprensión de pueblo con las muchedumbres que se suceden y aprovecharse de ellas hasta el fin.

¿Por qué entonces las prácticas para cambiar periódicamente el himno “MerHairenik”? Semejantes propuestas, fuera de lugar, amplían la división del pueblo armenio y perjudican la convergencia con la oposición política. En este caso, lo que se espera es la consolidación de la unión nacional, reunir y aprovechar la dinámica de nuestro pueblo, para reencontrarse a sí mismo luego de la pérdida de Artsaj y retomar el camino de la reestructuración y la consolidación.

Quienes proponen modificaciones al himno están obligados a rendir cuentas al pueblo y someterse a la Constitución de la República de Armenia, sin olvidarse que el inciso 2 del artículo 8°: “El profundo respeto con respecto al himno es el sagrado deber de cada uno de los ciudadanos”.

Editorial de Marzig.
Traducción: Abraham Aharonian.

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