Nota del escritor paquistaní Sarmad Iqbal

¿Puede el harissa abrir las relaciones entre Armenia y Pakistán?

02 de enero de 2018

harisa(Dailytimes.com.pk).- Aunque Pakistán no tiene ningún tipo de relaciones diplomáticas con Armenia a causa de las presiones impuestas por Turquía y Azerbaidján, estoy enamorado de esta pequeña pero importante nación caucásica. Es así, aunque mi país ha sido hostil hacia éste sin ninguna razón lógica desde que el mismo obtuvo la independencia de la Unión Soviética en 1991.

La cultura armenia, con su música clásica y un lenguaje inmensamente fascinante siempre me ha encantado y nunca me ha parecido demasiado extraña por su combinación de valores occidentales y orientales. Además, encontré apasionante su idioma cuando me di cuenta que tiene muchas similitudes con el farsi iraní, que a su vez tiene mucho que ver con nuestro idioma oficial el urdú. Todas estas cuestiones nos conectan de alguna manera a pesar de las relaciones bilaterales inexistentes.

El plato de comida que compartimos armenios y paquistaníes, se trata de un absoluto manjar y es el harissa. Este se ha convertido en una comida muy popular en Pakistán, especialmente en la región de Cachemira. El mismo de hecho ha sido una de las razones principales por el cual las personas acuden en masa a las calles de comida de la capital cultural del país, Lahore.

Este tradicional alimento, hecho con trigo y carne rica en grasa, es originario de la llanura de Ararat. Durante los días religiosos que requieren que la gente ayune se intercambia la carne por hierbas. Según la tradición armenia, surge cuando el santo patrón Gregorio el Iluminador ofrecía una comida para los pobres, y ante la falta de ovejas se le agregó trigo a las ollas. Durante su cocción el santo gritó “Harekh” (revuélvanlo), dando lugar al nombre de la comida y a su tradición de ofrecerla como caridad.

He disfrutado de este plato en uno de los restaurantes más populares de esta ciudad y aún recuerdo lo gratificante que fue esa experiencia. Hoy en día se trata de una delicia tanto para los cachemires como para los que no lo son, que esperan la temporada de invierno en esta región india-paquistaní para saborearla nuevamente.

Espero que quienes lean este artículo sepan apreciar el hecho de como ambos países pueden conectarse a través de una simple comida a pesar de las distancias de miles de kilómetros y de la diplomacia inexistente. Deseo que algún día estas naciones puedan ser compañeras (casualmente como marca el origen de la palabra, comer de un mismo pan) y puedan disfrutar juntos del harissa.

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