Que la impotencia no nos paralice

30 de diciembre de 2020

Es difícil reflexionar ante este 2020 que nos deja. Un año muy especial que marca un antes y un después en la historia contemporánea de la Humanidad. Recién despuntando el año nos sorprendía una pandemia sanitaria mundial provocada por un virus desconocido que nos haría replantear nuestra forma de relacionarnos, de trabajar, de militar, en definitiva nos replantearía una nueva forma de trascender como seres humanos.

Aprendimos a enfrentar nuevos desafíos. En forma mancomunada y con la solidaridad como premisa se llegó con ayuda a las familias más vulnerables que quedaban desprotegidas ante la inminente llegada de la pandemia.

En el trascurso y en el mes de julio algo llamaba la atención, un ataque de los enemigos que desde la guerra de los 4 días no registrábamos. En el mes de agosto la explosión en el puerto de Beirut nos movilizó y asistimos con ayuda económica a nuestros hermanos lipanahayer. Acompañamos a una comunidad considerada cuna de la cultura occidental armenia que afrontaba no solo una crisis económica muy desestabilizante, sino que además era cruelmente castigada por un designio de imprudencia e incuria. Fue así que todas las organizaciones del Club Vramian trabajaron sin descanso aportando recursos humanos y materiales para aliviar en parte el sufrimiento de nuestros semejantes.

Tan solo a pocas semanas de la terrible explosión amanecíamos con la noticia de los ataques provocados por los turco-azeríes contra la República de Artsaj y los pueblos fronterizos de Armenia. El enemigo despertaba con sed de venganza para apropiarse de nuestras tierras ancestrales. Esta vez sería distinto, esta vez sería el avasallamiento a gran escala.

Toda una generación que se perdía… Miles de muertos, miles de jóvenes discapacitados de por vida, cientos de desaparecidos, niñas y niños huérfanos sin entender el porqué. Más de 100.000 desplazados; casas, hospitales, escuelas, destruidos con saña ante una guerra desigual en potencia y en aliados.

La nación armenia quedaba sola ante el mutismo de las grandes potencias y de los organismos internacionales. Pero el peligro no solo acechaba solamente desde el enemigo; en soledad y en un silencio incomprensible el Primer Ministro de Armenia firmaba una capitulación que entregaba nuestras tierras a los enemigos.

Los armenios todos, la nación armenia fuimos y somos aún hoy testigos de la entrega de gran parte de nuestros territorios.

Una sensación de impotencia nos embarga ¿cómo proyectarnos para trascender esta realidad? Nuestra reflexión va dirigida hacia las nuevas generaciones de armenios diaspóricos. Continuar con la lucha más allá de las trincheras. Mantener nuestro idioma, nuestra cultura y nuestra religión. Cuidar y querer cada vez más a nuestras instituciones, que son el hogar que acuna nuestros principios.

Que el año que pronto comienza nos permita mantener vigente nuestra energía y nuestro amor para mantener y salvaguardar nuestra identidad nacional.

Deseamos fervientemente que el 2021 traiga consigo la paz y la justicia para nuestro pueblo.

Vramian Gomidé de la FRA-Tashnagtsutiún

Montevideo-Uruguay

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