Reflexiones sobre la nueva etapa que sigue al centenario

28 de mayo de 2015

banderas armeniasDel 24 de Abril al 28 de Mayo existen importantes puentes construidos y todavía muchas distancias por recorrer. Ir entre las caravanas de los sobrevivientes del Genocidio Armenio y  seguir aprendiendo de los héroes que fundaron la República de Armenia.

Las generaciones de sobrevivientes y sus descendientes para sortear los dilemas profundos del hombre armenio se guiaron en los pensamientos de las grandes luminarias de las letras y las artes armenias y universales. Raffí fue llamado con justicia el profeta de la lucha de liberación nacional armenia, y en sus libros se encuentra la clave de los sueños de redención y las esperanzas de una vida sin opresores ni naciones oprimidas.

Muchas de las experiencias seculares del pueblo armenio se siguen trasmitiendo de generación en generación.

Qué decir de la generación heroica, ilegalmente detenida y desaparecida el trágico 24 de Abril de 1915 en la Constantinopla imperial, la actual Estambul, que sigue siendo la capital mundial de los genocidios contemporáneos.

La primera generación posterior al Genocidio de 1915 -1923 pudo inspirarse en una amplia pléyade de pensadores; entre ellos muchos recordarán la consigna de Avedis Aharonian, nacido al pie de la ladera occidental del Monte Ararat, quien sintetizó su legado en la siguiente frase: “Aiskan charik te moranan mer vortik, togh voghch ashjarh hayún gartá najadink”.

Una traducción aproximada sería, en alusión al Genocidio Armenio:

 

“Si tanta maldad olvidasen nuestros hijos,

que el mundo entero reproche a los armenios”.

 

Semejante desafío formulado desde el interior mismo del pensamiento nacional armenio encontró su debida continuidad en otro gran escritor armenio nacido en la entonces Alexandropol, cuya prédica intelectual apareció con la fuerza de un manifiesto. Mi generación se embebió con la fuerza de su poema titulado “Amenain serdov” (De todo corazón). Lo leí en la primera página de este diario que nuestra familia -como muchas otras- lee consuetudinariamente desde su primera edición. Cada tanto vuelvo a encontrarme con ese ejemplar, cuyo papel amarillento por el tiempo aún vibra con la fuerza de su contenido.

Como un texto sanador, esas ideas circularon por las arterias de todos los armenios llevando la sangre resucitada de los hoy Santos Mártires portando la misma lucha por la verdad, la memoria y la justicia. Hablo del gran Hovhannes Shiraz, quien desde la ladera oriental del Ararat sentenció en su testamento intelectual escrito en 1963:

 

Debemos luchar, debemos luchar,

Y debe temblar nuestra muerte,

Porque aún a precio de la muerte,

Debemos ver reunificada,

La tierra armenia.

 

Carlos Luis Hassassian

 

 

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