Opinión

¿Renuncia? ¿Cambios o maquillaje?

14 de septiembre de 2016


Renuncia-orimer-ministroLa crisis socioeconómica que se vive en Armenia viene de larga data. Y cuando una situación de ese tipo perdura en el tiempo, es probable que la población y/o los individuos comunes terminen por acostumbrarse y la incorporen a su vida cotidiana. Pero si ello sucede, una de las consecuencias más funestas para el pueblo es que la desesperanza y la pérdida de fe en el futuro terminen generando escenarios adversos como por ejemplo la constante emigración.

Los eventos que se vivieron en julio pasado a partir de la toma del edificio policial de Ereván por parte de un grupo integrado por algunos excombatientes de Artsaj y otros disidentes políticos, despertaron en parte de la población un espíritu de protesta diferente. Condenando desde ya la metodología cuasi terrorista de los atacantes, no podemos dejar de notar que el apoyo que encontraron en la gente excedió sus propias expectativas y dejó al Gobierno en una situación bastante incómoda. La falta de reacción inmediata de las autoridades, que se mantuvieron en silencio casi una semana fue calificada por los analistas políticos como una señal de que el no esperado evento había calado profundamente en el partido gobernante.

La diversidad de los reclamos populares y lo heterogéneo  de la composición de las decenas de protestas populares que se sucedieron en Ereván y algunas ciudades del interior mostraron que la conciencia del pueblo se estaba despertando y que las manifestaciones eran fiel reflejo del sufrimiento de las clases más castigadas por las eternas crisis.

Por otra parte, probablemente los líderes del gobierno hayan llegado a la conclusión de que el punto límite ya había sido traspasado y que era imperiosa la necesidad de encarar finalmente los cambios indispensables para mejorar la economía, luchar contra la corrupción y entre otros objetivos recuperar la confianza popular. Tal vez haya que buscar en esa dirección la reciente renuncia del primer ministro Hovig Abrahamian. “He decidido renunciar y permitir que el Presidente pueda formar un nuevo gobierno”, dijo durante una reunión de su gabinete de ministros. Abrahamian intentó defender su gestión de dos años como premier, pero al margen del resumen de logros que ofreció, debió aceptar también que la creciente polarización de la sociedad era consecuencia de la acumulación de objetivos no alcanzados.

De todas maneras no es trascendente si la renuncia es fruto de su propia decisión o fue imposición del presidente Sarkissian. Lo real es que rápidamente el jefe de estado y líder del Partido Republicano, nominó como reemplazante a Karén Karapetian, un efímero alcalde de Ereván que en el último lustro estuvo radicado en Moscú donde fue un alto directivo de la compañía estatal de gas rusa.

Ahora, de confirmarse en el Parlamento la designación de Karapetian, éste tendrá un período de veinte días para designar su nuevo gabinete. Conocida su conformación se podrá determinar si la verdadera intención del gobierno es emprender una política distinta a partir de nuevos ejecutantes o si sólo se trata de un intento de maquillar la situación socioeconómica con el fin de llegar por fin a las elecciones parlamentarias de 2017.

Poco podemos agregar. Un deseo inmediato es que prevalezcan el sentido común y las verdaderas buenas intenciones. Sólo con estos dos preceptos habremos avanzado mucho.

Jorge Rubén Kazandjian

  

 

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