Renunciar a los reclamos por el Genocidio ¿será el próximo paso?

21 de marzo de 2021

En el país de Nomeacuerdo daban tres pasitos y se perdían. Un pasito para allí y no recordaban si lo habían dado. Un pasito para allá y ay, qué miedo les daba… Un pasito para atrás y no daban ninguno más porque ya se habían olvidado dónde habían puesto el otro pie. Qué mejor que la letra de la inolvidable canción de María Elena Walsh para describir lo que se está viviendo en Armenia, paradigma de país Nomeacuerdo.

A más de cuatro meses de haber capitulado tras una guerra no declarada de 44 días, nadie en el gobierno parece acordarse ya de Artsaj. Tanto es así, que aquel primer ministro que se rasgaba las vestiduras declarando que “Artsaj es Armenia y punto”, aún no ha visitado Stepanakert, ni siquiera para interesarse sobre cuestiones humanitarias de la población…

¿Será que le da miedo dar ese pasito? ¿Será que noseacuerda de la cantidad de veces que estuvo en Artsaj en los últimos años, celebrando y bailando con su esposa Anna, alias Erato, en las calles de Shushí?  O tal vez, que no quiere o no puede por motivos que –por el momento- desconocemos aunque sospechamos.

Claro que para los nomeacuerdo como Pashinyan y sus acólitos, la realidad se encarga de refrescarles la memoria: hasta el día de hoy siguen apareciendo restos de soldados y combatientes armenios, hasta el día de hoy los padres y parientes de los desaparecidos siguen reclamando por los suyos y hasta el día de hoy encontrar e identificar esos restos es una “buena noticia” para ellos… Sin hablar del mar de banderas sobre las tumbas de los jóvenes en la colina-necrópolis de Yerablur.

“No son más de 3.250” acaba de decir Pashinyan, aclarando a su modo el misterioso número de muertes que hasta el momento era un secreto oficial. “No hay que duplicar, triplicar o cuadruplicar esa cifra por motivos políticos” dijo. Lo cierto es que tampoco él tendría que reducirla por esos mismos motivos. De hecho la cifra por él señalada contradice informes oficiales anteriores que hablan de un número superior. 

Pashinyan agregó que “nuestros jóvenes se sacrificaron en la guerra para que cuando el presidente de Azerbaiyán diga que la cuestión de Artsaj está solucionada, nosotros le digamos que no está solucionada (sic)”.  Lo que no dijo, es que esos jóvenes no cayeron derrotados en la guerra sino que fueron traicionados y abandonados a su suerte. Que fueron enviados a la muerte segura porque él necesitaba una hecatombe para justificar la entrega de Artsaj y el ya evidente e incuestionable abandono de Shushí a los azeríes.

La pregunta de rigor es ¿cuál será el próximo paso de Pashinyan y de su grupo parlamentario “Mi paso” (su paso)? La verdad es que ya hemos perdido toda capacidad de asombro. Tanta mentira y tanta manipulación, tanto cinismo y tanto descaro -antes, durante y después de la guerra- han terminado por conducir al país a la trágica situación en la que se encuentra: crisis política y socioeconómica, inseguridad en las fronteras, migración masiva y pandemia descontrolada.

En el país de Nomeacuerdo parece que ha llegado el turno de las elecciones legislativas, anticipadas o extraordinarias. Después de varias idas y vueltas, Pashinyan ha dado otro pasito y ha anunciado a través de las redes sociales que los comicios se llevarán a cabo el próximo 20 de junio.

Poco le importa que el llamado a elecciones se deba realizar una vez presentada su renuncia al cargo y disuelto el Parlamento luego de que ninguna candidatura sea presentada en dos sesiones consecutivas. O que la fecha deba ser anunciada oficialmente por el Presidente de la república. No es cuestión de detenerse en “detalles” constitucionales.

Aquel jefe de gobierno aterrorizado que durante los días siguientes a la capitulación del 10 de noviembre se dirigía a la población escondido en búnkeres, aquél a quien sus oponentes ya lo declaraban inexistente, hoy no sólo ha resucitado sino que incluso ha iniciado ya su campaña electoral. No cabe duda de que se trata de un verdadero “animal político”.

¿Y cuál ha sido su primer mensaje a la población de cara a las elecciones que pretende volver a ganar? Pues ni más ni menos, declarar que los turco-azeríes “nos consideran enemigos porque nosotros los consideramos enemigos”. Y que la apertura de las comunicaciones y el transporte con Bakú –y por ende con Ankara- será la panacea para Armenia y su gente.

En el país de Nomeacuerdo de Pashinyan y su paso, habrá que recordarles que ninguna apertura con el tándem turco-azerí será gratuita para los intereses nacionales armenios. Turquía no vacilará ni un sólo instante en exigir a Ereván que desista oficialmente de toda pretensión territorial y que renuncie a los reclamos por el Genocidio, si quiere normalizar relaciones bilaterales y económicas.

¿Dará Pashinyan ese pasito para atrás?

Todo demuestra que con tal de mantenerse en el poder este personaje es capaz de eso y mucho más. Si resistió políticamente a la entrega de Artsaj ¿por qué no habría de hacerlo también ahora? Es más, su renuncia ante el Parlamento está prevista para los días 22 al 27 de abril. ¿Qué mejor que una fecha cercana al 24 de abril para lanzar un mensaje de “reconciliación” con Turquía?

No olvidemos que es el candidato ideal de Erdogan y de Aliyev para seguir en la jefatura del gobierno y que ya cuenta con el implícito apoyo de ambos para lograr ese objetivo. Claro que para ello se le pedirá un pequeño sacrificio: no sólo ceder en lo relativo al Genocidio sino además, conceder territorio en Zankezur y en otras regiones fronterizas de Armenia.

Lo paradójico es que mientras el presidente Biden de los EE.UU. se muestra dispuesto a reconocer finalmente el Genocidio Armenio, Pashinyan y su paso están tratando de hacer buenas migas con Turquía…

Y entre todo este cambalache, lo más curioso es la pasividad de un amplio sector de la población para quien hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor…

Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario Armenia

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