Sarkissian mantendrá el poder ante la indiferencia popular
En pocos días más, precisamente el 8 de abril, el presidente Serge Sarkissian dejará de serlo al cumplirse el último día de su segundo mandato. Ese día, de acuerdo a las leyes vigentes el sistema presidencialista de gobierno se transformará en otro de tipo parlamentario encabezado por un primer ministro.
Las atribuciones de este nuevo funcionario serán aún mayores que las de un presidente pues al amparo de varias reformas constitucionales, el nuevo responsable de la conducción del país recibirá más poderes políticos, en tanto la figura presidencial -puesto en el que ya fue designado Aram Sarkissian- solo cumplirá un rol protocolar dejando de lado cualquier responsabilidad ejecutiva.
En 2014, en instancias previas al referendo constitucional, Serge Sarkissian había asegurado no tener pretensiones a continuar ejerciendo el poder, esta vez a través de la figura de primer ministro. Analistas políticos y opositores coincidieron en que esa afirmación era algo abstracto pues faltaba algo más de tres años de mandato presidencial por lo que cualquier contexto político podría sufrir cambios en ese período.
Y no se equivocaron porque desde hace algunos meses desde las filas del gobernante Partido Republicano comenzaron a surgir voces que de un modo u otro impulsaban la candidatura de su jefe político al cargo de premier.
De acuerdo a la nueva Constitución quien designa al Primer Ministro es la Asamblea Nacional y ese organismo hoy tiene mayoría republicana por lo que es difícil suponer que las decisiones de su cúpula no puedan votarse positivamente.
La FRA-Tashnagtsutiún, que es un socio menor del Partido Republicano, anunció a través de sus líderes que sería esa agrupación quien decidiera el nombre del futuro premier, y solo luego de conocerse su identidad se pronunciaría al respecto. Por supuesto, no puede pensarse que la dirigencia tashnagtsagán no conozca los entretelones oficiales, pero su abstinencia en este proceso indica la prudencia de su dirigencia.
En tanto la oposición tiene diversos criterios. El bloque encabezado por Gaguik Tsarukian, la segunda fuerza parlamentaria ya adelantó a través de su vocero Naira Zohrabian que “no se unirán a las fuerzas que llaman a las protestas populares”, haciendo clara mención a Elk, la alianza liderada por el experiodista Nigol Pashinian que por estos días está llamando a la movilización de la ciudadanía para protestar contra la casi segura nominación de Serge Sarkissian como el futuro primer ministro.
Desde las filas del oficialismo aseguran estar muy tranquilos. El vicepresidente del parlamento y habitual portavoz del Partido Republicano, Eduard Sharmazanov, dijo que las protestas convocadas por Pashinian producirán “cero resultados”, agregando que su partido ha ganado mediante el voto popular el derecho constitucional de elegir el próximo premier.
De todas maneras hay una realidad, la ciudadanía parece mostrarse ajena a las discusiones políticas alrededor de las promesas “incumplidas” del actual presidente. A menos de una semana de entrar en vigencia el nuevo sistema de gobierno, el pueblo está más preocupado por sus problemas económicos y sociales que por conocer quién será quien lo gobierne a partir del 15 de abril. Triste realidad consecuencia de la incapacidad de la dirigencia de afrontar los desafíos de superar las distintas crisis que asuelan a los armenios desde la recuperación de su independencia.
Lamentablemente, muchos ya perdieron sus esperanzas y solo piensan en poder emigrar en búsqueda de nuevos horizontes, mientras que otros apenas pueden sobrevivir con sus magros ingresos.
El Centenario del 28 de Mayo encuentra a Armenia y su pueblo frente a una difícil encrucijada. Ojalá que finalmente podamos hallar el camino que nos transporte a nuestra recuperación y aliente a través del progreso el retorno de nuestros jóvenes.
Jorge Rubén Kazandjian