Editorial

Sinanyan y las relaciones con la diáspora como "Business as usual"

04 de febrero de 2021

El encargado de los asuntos con la diáspora Zareh Sinanyan tiene que decir algo de vez en cuando. No importa lo que diga. Es una forma de recordar a la opinión pública armenia que sigue en función. Aunque no haga nada. O no sepa qué hacer, más allá de su éxito en el desmantelamiento del Ministerio de la Diáspora, una de las estructuras estatales que como ninguna antes había empezado a institucionalizar las relaciones entre Armenia y la diáspora.

Sputnik Armenia informa de su última visita a Artsaj el pasado 23 de enero. En las declaraciones que hizo a su regreso a la agencia augura una nueva etapa de desarrollo que se viene gracias a la estrecha cooperación entre los gobiernos de Armenia y Artsaj. Sostiene que la diáspora también está saliendo de su estado de shock y que en algunas comunidades, como en la de Francia y de Rusia, “hay un ambiente bastante sano”, según asegura, y expresa su confianza en que se apelará a la diáspora para que participe en los proyectos de reconstrucción y reactivación económica de Artsaj.

Hay que prepararse, entonces, a uno de estos encuentros virtuales que tuvo en dos oportunidades con nuestras comunidades en Sudamérica. Esperamos que esta vez sepa un poco más sobre sus interlocutores, así también que articule mejor el mensaje que quiera transmitir. Es de esperar que tenga algunas respuestas acerca del dinero que se recaudó durante la guerra a través del Fondo Armenia exclusivamente, como se transmitió en aquel entonces, para ayudar a la población de Artsaj y que terminó entrando en el presupuesto del gobierno de Pashinyan.

No sabemos cómo se gastó pues pese a varios pedidos, incluyendo del presidente Armen Sarkissian, el gobierno no ha proporcionado ninguna explicación. Solo sabemos que el gobierno no se desprendió de su costumbre de repartir honorarios a los funcionarios del Estado, incluyendo ministros y diputados, desde que asumió el poder, todo el poder, después de asegurarse la mayoría absoluta a la coalición gobernante Mi Paso con las elecciones extraordinarias en 2019.

Sinanyan piensa contar con la pasividad de una diáspora que, por distintas razones, no se atreve a exigir una rendición de cuentas al gobierno de Armenia. Aun cuando el director ejecutivo del Fondo Armenia, designado por el gobierno, usa la tarjeta de crédito del organismo para saldar sus deudas de apuestas online, como lo hizo el anterior responsable de la administración del Fondo, o se da el derecho de entregarle al gobierno los millones que desde la diáspora se juntó con la convicción de que se destinaría a las necesidades de los damnificados de la guerra.

Sería bueno que Sinanyan, y el “equipo” de Pashinyan como se reconocen los muchachos y muchachas de la Revolución de Terciopelo, se den cuenta de que hay un problema de confianza con un gobierno que se dice responsable por la humillante derrota que sufrió Armenia, pero se niega a pagar el costo de esta responsabilidad. Se les exige, por lo menos, que presenten su renuncia para permitir que una comisión investigue las causas del desastre que han hecho.

Esta vez, cuando el gobierno de la derrota se acerque a la diáspora y pida su colaboración y silencio con su retórica patriotera vacía, algunos ya no se callarán para no parecer tan estúpidos y dejar que el engaño, como la historia, se repita dos veces, la segunda como farsa, parafraseando a Marx. O, más bien, como cinismo y arrogancia hacia la diáspora.

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