Somos armenios y cristianos
Armenia es considerada cuna de la civilización humana. La Sagrada Escritura hace referencia al Monte Ararat, lugar donde reposó el Arca de Noé después del Diluvio y a Togarma como Armenia y padre de los armenios. Además, dos discípulos de Jesús, San Judas Tadeo y San Bartolomé, según la Tradición, fueron quienes llevaron el Evangelio a Armenia. Posteriormente, en el año 301, Armenia se transformó en la primera Nación que adopta el Cristianismo como religión de Estado. La independencia definitiva de Armenia se declaró el 21 de Setiembre de 1991, siendo su población actual de 3.300.000.
Con profunda reverencia, este año, los armenios de todo el mundo conmemoramos el 100º Aniversario del Genocidio Armenio, el primero del siglo XX, perpetrado por los turcos del Imperio Otomano a partir del 24 de Abril de 1915, persiguiendo, torturando y matando a 1.500.000 de nuestros antepasados.
Desde entonces, los sobrevivientes se vieron forzados a emigrar a distintas regiones del mundo, inaugurando así la Diáspora Armenia, hoy superior a 8.500.000 en más de setenta países. Sin permitir que este vergonzoso despojo y orfandad geográfica los anulara, son valiosos e innumerables los aportes que los armenios han brindado al mundo en todas las áreas esenciales de la vida: científicas, educativas, culturales, religiosas, sociales, comerciales...
Como hijos de la tercera generación de armenios reconocemos el valor del legado de nuestros abuelos y padres pues hemos aprendido de ellos:
A ser solidarios, veraces y honrados,
A dignificar la familia,
A ayudar al pobre y socorrer al necesitado, a reír, a soñar, a cantar, a ser agradecidos y disciplinados,
El valor del sacrificio, la abnegación, el trabajo y la preparación intelectual.
En nuestros hogares nunca faltó una Biblia. Nos enseñaron a aplicarla a la vida cotidiana. Estaban convencidos de las palabras de Jesús “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen”, para no caer en el consumismo. Nos transmitieron la fe en el Señor Jesús. Como armenios nunca olvidaremos el valor de la fe y la Iglesia, de la familia y su dignidad, de la escuela y la educación, del trabajo y la cultura. Este es el mensaje que hoy transmitimos a los cuatro vientos: con Dios en nuestros corazones no hay adversidad que pueda detenernos.
¡Gracias Argentina por haber cobijado a nuestros abuelos y padres, con proyección a nuestros hijos y nietos! Hacemos nuestro el desafío de la Palabra de Dios:
“Nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Hebreos 12:1-2
Pastor Enoc Elmassian