Opinión

¿Tecnócratas al poder?

28 de septiembre de 2016

Karen-KarapetianLa designación de Karén Karapetian (foto).- como nuevo primer ministro llamó la atención desde el primer momento. El perfil profesional del nuevo funcionario dista mucho del de su antecesor que venía del mundo de la política y no precisamente con muy buenos antecedentes. Karapetian ya tuvo una experiencia previa como alcalde de la ciudad de Ereván, pero su permanencia en el cargo duró apenas diez meses. Durante su gestión es recordada la crisis que debió afrontar cuando tomó la decisión de suprimir la venta ambulante de las calles de la capital armenia. Centenares de vendedores, muchos de ellos de escasos recursos elevaron su protesta por semanas sin conseguir revertir la decisión.

Las primeras críticas que cosechó Karapetian fueron justamente por el hecho de haber renunciado a su puesto por aparentes problemas personales. Situación que no le impidió ser contratado por el gigante ruso Gazprom que lo destinó a diversos puestos gerenciales durante los últimos años.

Casualidad o no, el caso es que Karapetian había llegado al puesto también en reemplazo de otro polémico funcionario, Gaguik Beglaryan. Éste había transitado su igualmente breve mandato con acusaciones varias como abuso de poder, corrupción y otras yerbas que aún se siguen comentando.

Ahora, Karapetian de marcado perfil técnico y empresario, debe terminar de formar su nuevo gabinete. Las primeras designaciones fueron de ministros que comparten su modo de pensar y provienen también de empresas multinacionales. Por estos días, el nuevo premier delinear definitivamente su nuevo equipo de trabajo. Por de pronto, ya tomó la decisión de suprimir algunos ministerios y transformar otros en simples comités de trabajo. Seguramente cuando finalice el reordenamiento podrá tenerse una visión más clara del estilo de gobierno que protagonizará.

Lo cierto es que si Karapetian llegó a su puesto con las instrucciones de aplicar una profunda cirugía para alejar la corrupción del gobierno, debe contar con el beneplácito del partido gobernante y este punto es el que hace dudar a muchos, porque precisamente la mayoría de las carteras de gobierno sospechadas están desde hace mucho tiempo a cargo de personajes provenientes del oficialismo.

 Hace dos semanas nos preguntábamos si el cambio sería verdadero y efectivo o si sólo sería maquillaje para prolongar una administración que no las tiene todas consigo.

En medio de todo este momento de definiciones, la FRA-Tashnagtsutiún ya se cruzó en un par de ocasiones con Karapetian. Cuestiones de forma o diferencias de criterio provocaron incomodidad en las partes ya que el acuerdo de cooperación firmado entre la FRA y el Partido Republicano en febrero pasado parece estar en medio de la tormenta.

El Tashnagtsutiún tenía conciencia de los riesgos que asumía al tomar el mando de los ministerios de Educación, Economía y Administración Territorial y Desarrollo. De hecho los nuevos ministros fueron los más activos del gabinete este semestre y su accionar marcó diferencias con sus predecesores. De todas maneras, hay un nuevo escenario y también un nuevo primer ministro que parece, por lo menos hasta el momento, haber recibido superpoderes para intentar torcer la crisis socioeconómica que vive Armenia.

Y será su responsabilidad si quiere llevar adelante su gestión con la colaboración de extrapartidarios y tecnócratas de su riñón, o prefiere ser acompañado por gente comprometida con su pueblo que hace años brega por el bien de la sociedad.

Jorge Rubén Kazandjian

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