Opinión

Una crisis que puede abrir una nueva etapa en Armenia

03 de mayo de 2018

descontento_29La crisis política que vive Armenia parece haber entrado en una etapa de definiciones. Nuestra Madre Patria se encuentra desde hace muchos años inmersa en un complicado contexto de carencias sociales, falta de trabajo, creciente pobreza y una dolorosa inmigración, que sumados a la corrupción enquistada no solo en la clase gobernante sino también en otras capas de la sociedad, anestesió a más de una generación de armenios.

De pronto, entró en escena un individuo, experiodista y actual parlamentario opositor, que como ya lo había hecho en los tristes acontecimientos de marzo de 2008, lideró una protesta callejera que casi como una modesta peregrinación arrancó en Gyumrí teniendo como destino Ereván. Nigol Pashinian, jefe de la alianza Elk, buscaba evitar con esa acción la asunción de Serge Sarkissian como primer ministro en su intento por perpetuarse en el poder.

Como él mismo reconoció en su retorno a Gyumrí, la marcha tuvo en su origen muy poco apoyo público, pero con el paso de los días, la gente comenzó a seguirlo porque se identificó con el discurso de Pashinian. Y en un acontecimiento digno de estudio por sociólogos o expertos políticos, el legislador opositor se encontró con multitudes de personas que lo alentaban a seguir adelante. Su olfato lo llevó a profundizar la protesta buscando el acompañamiento de un sector de la sociedad armenia que por años estuvo postergado por la clase gobernante, los jóvenes.

descontento_28El Partido Republicano y las otras fuerzas políticas no lo vieron venir, tal vez porque no confiaban en sus dotes de conductor de masas, algo que Pashinian se ocupó de desmentir pues cada mitin suyo tuvo mayor participación popular. Para peor, en lugar de analizar y buscar los motivos del descontento reinante, se dedicó a desvalorizar a quien se transformó hoy en la voz de los relegados de Armenia.

En la interpelación que le hicieron al ahora candidato a premier en el Parlamento en la instancia previa a la elección del sustituto de Sarkissian, los diputados republicanos volvieron a equivocarse, pues nuevamente fueron tras la supuesta debilidad de conceptos de Pashinian, sin descifrar jamás el verdadero sentido del problema que era su propia incapacidad de gestión. Ocho años de administración del Partido Republicano se desmoronaron en apenas unos días por la terquedad de su líder que prefirió buscar seguir en el poder sin siquiera escuchar a sus socios de la coalición.

Ése es uno de los ejes sobre los que gira el enojo popular, ése y otras cuestiones como la corrupción que jamás fue combatida con seriedad y la continua emigración que desintegra familias y limita el futuro de una generación que ya hubiera debido ser la encargada de regir los destinos de Armenia.

Personalmente desconfío de los rápidos ascensos porque pueden tornarse en estrepitosas caídas, pero también pienso que las crisis son llaves para inaugurar nuevas etapas y hallar oportunidades. Pashinian podrá ser la cara visible, pero es de desear que quienes lo acompañen sepan aconsejarlo para que no incurra en repetidos errores, comprendiendo que no puede traicionar la esperanza que ahora depositaron en él muchísimos armenios.

La clase política debe a su vez depurarse para poder ganar la confianza de un pueblo que desde hace mucho tiempo no tiene un gobierno que piense en él. La corrupción debe ser eliminada de raíz y la justicia actuar de acuerdo a las leyes vigentes. Sólo estableciendo un estado de derecho y respeto a todas sus clases sociales, podremos tener fe en alcanzar el futuro promisorio que anhelamos para nuestra nación.

Jorge Rubén Kazandjian

 

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