Una mirada a la Armenia que nos espera a todos

13 de agosto de 2015

armenia--plaza--republicaUna de las metas u objetivos de cada uno de los armenios de la Diáspora es al menos peregrinar una vez en la vida a la Madre Patria. Afortunadamente, las condiciones para hacerlo se han facilitado notablemente en los últimos tiempos. En mayor o menor medida y de acuerdo a las condiciones de la economía doméstica del país donde habite el armenio de tercera o cuarta generación, el arribo a Armenia se ha tornado muy accesible. Y esa circunstancia hace que se hagan más regulares y menos espaciados los eventos Panarmenios deportivos, culturales y hasta políticos. También son corrientes los campamentos organizados por organizaciones juveniles o scout armenios. En todos los casos el viajero sea novel o ya experimentado regresa a su rincón de la Diáspora con el ánimo retemplado y su identidad armenia a flor de piel.

Claro que muchas veces las limitaciones de cada excursión o viaje programado hacen que sólo se preste atención a las atracciones turísticas habituales de nuestro suelo patrio. Son muchos las iglesias y templos a visitar, las regiones históricas, los sitios de veraneo, el cablecarril, etc., etc.

La otra Armenia, aquella que todavía sufre las consecuencias del terremoto de 1988, la que se encuentra despoblada y sometida al abandono de las autoridades de turno, no está en el recorrido de las agencias de turismo o en el derrotero del turista primerizo. Y es una lástima, porque allí está el verdadero espíritu de la tierra, aun no contaminado por una modernidad absolutamente innecesaria.

El visitante se maravilla con Ereván, sus modernos edificios, sus importantes museos, la Ópera y los distintos teatros que permanentemente ofrecen funciones de elevado nivel a precios sorprendentemente reducidos. Siempre seduce la oferta gastronómica por su variedad de establecimientos de gran nivel y otra vez muy accesibles al bolsillo del turista armenio o extranjero.

También atraen los nuevos centros comerciales que ya proliferan en la capital armenia. Hay varios y todos albergan las vidrieras de las grandes marcas internacionales. Pero en ninguno de ellos se podrá adquirir prendas o calzado de confección armenia. El despliegue de las manufacturas del lejano oriente es mayoritario en todos los comercios.

Llegado el turno de los hoteles podremos comprobar que el peregrino puede elegir hospedarse en el mejor 5 estrellas o en cualquiera de las decenas de albergues que pueblan Ereván o los otros destinos a visitar a valores internacionales y atención acorde. Un párrafo aparte merece Artsaj. Llegar a Armenia y no visitar Karabagh es un pecado imperdonable que muchos cometen una y otra vez. La ruta construida por el Fondo Nacional Armenia nos lleva en un puñado de horas a otro nido patrio. Durante el viaje se pueden observar y conocer los diferentes escenarios donde se desarrolló la lucha de liberación.

La Catedral de Shushí, renovada luego de casi desaparecer bajo las bombas azeríes, y finalmente Stepanakert. Es una ciudad increíble, tranquila, moderna y acogedora. Digna de merecer una estadía no demasiada corta. Su gente nos abre sus puertas y abraza con una emotividad difícil de narrar.

Aquel que ya conoce la patria de sus orígenes quiere volver cuanto antes. Ahora, quien aun no haya tenido la oportunidad de hacer el viaje de su vida, debe tratar de cumplir con ese mandato materno o paterno y subir a las alturas de Dzidzernagapert y dejar una flor en el Memorial del Genocidio Armenio. Su corazón armenio se sentirá pleno y en paz.

Jorge Rubén Kazandjian

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