Una poeta sui generis: Mariné Petrossian, de Ereván a Buenos Aires

24 de junio de 2015

marine-petrosyan1Mariné es una escritora armenia, que transitó de la perestroika, pasando por Artsaj hasta llegar a la República actual, interpretando la realidad desde las letras de sus textos. Con el auspicio de la Asociación Cultural Armenia, estará en la Argentina del 23 de julio al 6 de agosto, y viene a presentar su libro “Disparó el arma” que saldrá publicado en castellano por la editorial “Audisea” El libro fue traducido por Alice Ter Ghevondian y prologado por Ana Arzoumanian.

En una parte del prólogo se lee. Mariné Petrossian nace en Ereván en el año 1960. Su educación emocional está impresa de esos últimos años de la Unión Soviética; en 1988 cuando publica sus primeros poemas en la revista Karún (Primavera, la revista literaria más importante de la Armenia soviética) faltaba solo tres años para la caída de la Unión. Movimientos sociales, marchas, huelgas, la guerra de Karabagh-Artsaj y luego la independencia de Armenia, son los acontecimientos contemporáneos a la publicación de su primer libro.

A partir de allí comienza una carrera dentro y fuera del país. Es traducida al francés e invitada a diversos salones del libro y congresos europeos y americanos. El subsidio para artistas de la UNESCO la premia con su programa de residencia en California. Allí escribe su siguiente publicación “En la orilla del mar de Armenia”. Mariné escribe poesía, ensayo, traduce sus propios poemas al inglés, participa activamente de los debates políticos de su ciudad. En el año 2011 publica “Ensalada con tiros”, poemas que hemos leído en castellano no solo en la edición de los 20 poetas de Armenia sino en diversos sitios web argentinos que se han hecho eco de su poesía.

En ese mismo año publica “Poster rojo” recopilación de ensayos que habían visto la luz primeramente en el diario Haigagán Jamanag entre los años 2007- 2009, el periódico de oposición de mayor tirada en Armenia. En el año 2013 participa de una residencia de escritores en Viena. Y en 2014 publica en Armenia “Disparó el arma” mientras que en México publican “Un idioma también es un incendio. 20 poetas de Armenia”.

La crítica identifica su obra con el imaginismo de Pound, de Hilda Doolittle, de Lawrence, de William Carlos Williams por la precisión de las imágenes, por el lenguaje claro, agudo. En el año 2000 el poeta Armen Shekoyan publica su libro “Antipoesía” y a partir de esa edición, Mariné escribe: “La antipoesía o cuando el poeta no busca coartadas”.

El cambio de siglo, la caída de un régimen, un terremoto devastador en el año 1988, la guerra, un capitalismo salvaje instalado bajo las formas políticas de la corrupción, la emigración de sus compatriotas que no encuentran un espacio social y económico donde albergarse, la muerte de mujeres por violencia de género educan la mirada de la poeta y acondicionan su estética de manera de construir artefactos narrativos a la altura de la realidad múltiple y acelerada. De manera tal que en lugar de inscribirla en la escuela norteamericana, pensamos que su poesía se adscribe a la práctica de la crónica, práctica que implica un debate inclusivo con los géneros y las formas textuales del momento histórico.

Impresiones, apuntes, instantáneas, polaroids. Heredera de la factografía de los artistas de vanguardia por una escritura del hecho, Mariné Petrossian poetiza como antídoto, escribe una alternativa a los relatos sociales y políticos, experimenta en esas fisuras de lo real de manera de establecer un doble pacto: con la realidad y con la historia.

Las calles de la ciudad, los fusiles, la frontera, el sello en el pasaporte, la policía y la sangre son elementos que el sujeto literario utiliza para extenderse con el fin de convertir ese espacio de dominio público y exterior en un escenario heterogéneo donde el interior poético se despliega como discurso. La poesía en un contexto cultural cercado por el devenir mafioso de la política encuentra cierto paralelismo con las manifestaciones escriturales latinoamericanas que impugnan la categoría de autonomía literaria y producen estéticas híbridas. La palabra crónica deriva de la noción de tiempo. “Siempre cabe la posibilidad de que la ficción deje caer alguna luz sobre las cosas que antes fueron narradas como hechos” afirma Hemingway, porque es el poema quien puede decir la historia, Fue observado en Heródoto, en Jenofonte.

Disparó el arma

“Yo tenía el arma en la mano
disparé
no sé a quién le di
pero le di a alguien ya que de golpe
todo cambió”

La poeta se deshace de las condecoraciones prosódicas del heroismo y en su simpleza borra toda noción de nacionalismo, toda bandera. En unos versos que no hacen uso de las mayúsculas Mariné Petrossian no grita, su alocución es breve y, quizás, por eso, más cruel, porque el sinsentido de lo violento asume el lugar de lo cotidiano. Desde el dibujo de nuevas fronteras hasta el absurdo de la desposesión, la poeta no escribe los contornos del término enemigo. Mariné marca una progresión en cierta incoherencia del mundo, una incoherencia que encuentra en el sacrificio la piedra de toque de la constitución simbólica de la tierra

Verso ensangrentado

“En la fiesta siempre hay sangre
la sangre de alguien
que muere para nosotros
muerte para que haya fiesta
y haya alegría”

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