Una vacuna para la misoginia en los medios de comunicación

02 de marzo de 2021

Sí, no, irrelevante. Existe un juego de adivinanzas que consiste en presentar un enigma, un misterio, un caso irresuelto. Para adivinar qué pasó, la persona que juegue puede hacer sólo preguntas que se contesten de esa forma: sí, no, irrelevante.

Las primeras dos son, claro, para poder descartar si las posibles hipótesis son verdaderas o falsas, mientras que la respuesta "irrelevante" le da a saber a quien juega que, en realidad, no importa si ese dato real, no hace a la historia.

A la hora de informar, ya en la vida real, sobre un tema de interés común, cualquier dato que se incluya debería, como mínimo, ser relevante. Saber por qué ponemos ese dato ahí.

Nos preguntamos si lo importante para comunicar es sobre la administración de las vacunas ¿a qué conduce saber que Vera Voskanyan, directora de comunicación del Ministerio de Economía y asesora del ministro Martín Guzmán, es bailarina en su tiempo libre?

¿Qué ilustración pueden dar las múltiples fotos personales de Vera que subieron los medios en los últimos días? ¿Qué intención informativa puede tener un medio cuando, comentando sobre el personal del Ministerio de Economía que se ya inoculó con la vacuna, aclara que "más allá del ministro Martín Guzmán, otras trabajadoras figuran en los registros"?

¿En qué nos suma como sociedad saber que "una de las mujeres es Vera Voskanyan, de 32 años, quien se hizo viral en Twitter porque se presentaba en su propio perfil como “Armenia, bailarina y periodista”? ¿Por qué, habiendo también hombres en el equipo, decidieron hacer foco únicamente en ella?

A Vera la estigmatizaron por datos que no describen ninguna información pertinente, la juzgaron por ser una mujer joven en un cargo de relevancia. Los medios, lejos de poner el foco en el verdadero conflicto, indagaron en una investigación prejuiciosa basada en una descripción en Twitter, se sesgaron por su género y edad para cuestionar cómo llegó a ese cargo, decidieron profundizar en sus elecciones personales para de alguna manera trazar una narrativa forzada y así canalizar un discurso que solo expone la misoginia internalizada durante décadas en sus coberturas.

No es la primera vez que esto sucede y ni quizás la peor, pero es necesario señalar la violencia simbólica y mediática hasta que se termine. A quienes tienen el poder de comunicar les recordamos que los femicidios son moneda corriente en Argentina.

¿Acaso no comprenden que repensar sus discursos es también parte de la prevención? Vera tuvo que soportar exposición y ataques en sus redes sociales incentivados por sus narrativas perversas. No existe pecado político que justifique esta situación.

Solo queda en exposición, una vez más, que aún hoy se nos sigue cuestionando a las mujeres por nuestros méritos desde una óptica patriarcal y violenta, que aún hoy se duda de nuestras capacidades laborales y que todavía tenemos un largo trecho para seguir luchando por la igualdad laboral, tanto en política como en otros ámbitos de desarrollo.

Y queda claro, también, que hacen falta más periodistas con perspectiva de género en las redacciones y que una Ley Micaela para los medios de comunicación es de suma urgencia para terminar con la misoginia en las construcciones discursivas.

Colectivo Feminista Manushagakuir de la Asociación Cultural Armenia

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