Uno de los más apasionantes capítulos de nuestra historia

20 de agosto de 2022

Si nos abocáramos a la tarea de realizar una selección con los 10 capítulos más cautivantes de la  historia armenia, el principado-reino de Cilicia ocuparía uno de los primeros puestos. Indudablemente, es uno de los más apasionantes. Y motivos no le faltan.

El primero: los armenios lograron crear una Nueva Armenia fuera de los límites de la Armenia histórica (Medz Hayk). Conocida también como “Pequeña Armenia” (no confundir con Pokr Hayk, un territorio poblado por armenios muchos siglos antes) la creación de esta segunda patria, será sin duda uno de los logros más audaces de todos los tiempos.

El segundo: desde 1080 a 1375, a lo largo de tres siglos los armenios crearon allí primero un principado que con el devenir de los acontecimientos se convirtió en reino independiente. Es decir que cuando la Armenia histórica se encontraba bajo el yugo de turcos selyúcidas y más tarde de los mongoles, en Cilicia se echaron las bases de un floreciente Estado armenio, que pronto se transformaría en un importante centro político, comercial y cultural del Medioevo en el Asia Menor. Si se tiene en cuenta la ínfima presencia de armenios en Cilicia antes de 1080 y el hecho de que tan sólo 50 años después crean allí un principado autónomo, se trata de un hito en la historia del pueblo armenio.

Y el tercero: Incluso tras la caída del reino de Cilicia, los armenios pemanecieron allí hasta el año 1923. Tan sólo 100 años nos separan de la expulsión de los últimos habitantes armenios de pueblos y ciudades de la región de Cilicia. Aún hoy quedan allí vestigios de esa milenaria presencia: fortalezas e iglesias en ruinas con inscripciones en armenio… Y queda el recuerdo grabado de generación en generación, en instituciones compatrióticas diseminadas por toda la diáspora. Hadjín, Marash, Aintab, Zeytún, Adana y Sís entre otros, son nombres fuertemente ligados a la memoria colectiva de los descendientes de aquellas familias.

Aclaremos: los motivos señalados arriba no son los únicos. Veamos los hechos y los protagonistas de esta apasionante historia por orden y desde el principio.

La dinastía rupénida: los Rupén, los Torós, los Levón y los Constantín

El avance de los turcos selyúcidas hacia occidente en la segunda mitad del sigo XI y la consecuente conquista del Reino de Aní a partir de 1064, empuja a un noble armenio de nombre Rupén, a moverse con sus huestes en búsqueda de un nuevo sitio donde instalarse: Cilicia. Claro que el sitio no es nuevo en absoluto. Antigua colonia griega, pasará a ser una de las más ricas provincias del Imperio romano y ahora del bizantino. Hasta el célebre Cicerón será gobernador de la región allá por los años 50 a. de C.

Descendiente de la familia Pakraduní, Rupén sabe que Cilicia está bajo jurisdicción bizantina pero es consciente también de que el debilitado Imperio romano de Oriente necesita zonas de contención contra el avance turco. Y qué mejor que un príncipe armenio en Cilicia para ello. Claro que para el logro de su objetivo, Rupén encuentra el incondicional apoyo de un general del ejército bizantino de nombre Filareto (*), quien por esas casualidades, es de origen armenio. Bizancio hace momentáneamente la vista gorda y Rupén se instala en la fortaleza de Anarzabá en el norte montañoso de Cilicia, desde donde comenzará su trayectoria. 

Lo que Bizancio no sabe es que Rupén pronto desafiará la autoridad del emperador y se declarará autónomo en su territorio. Manía esta de los armenios con la autonomía… Pero siempre con un as en la manga, los emperadores bizantinos sabrán utilizar otra “manía” de los armenios: la rivalidad entre las familias feudales. De hecho Rupén no es el único en llegar con los suyos a Cilicia. Otro tanto harán señores feudales como Oshín, quien se instalará en la fortaleza de Lamprón y será un fiel aliado a las órdenes de Bizancio.

Hete aquí pues las dos familias o dinastías rivales: los rupénidas, sucesores de Rupén, y los Hetúmidas o Hetumian, quienes toman su nombre de Hetum (Haitón) hijo de Oshín. Para ser breves, serán los primeros los que pongan las bases del principado autónomo de Cilicia y más tarde del reino armenio independiente, con reconocimiento internacional, envío de coronas y todos los chiches. Claro que a partir de un momento dado, las riendas del poder pasarán a manos de los Hetumian. Pero no nos apresuremos.

Ni corto ni perezoso, Rupén comienza a expandir su feudo. Hasta su muerte en 1095, durante quince años logrará ganar posiciones en las montañas del Tauro y dejar a su hijo Constantín al frente del principado con nuevas fortalezas en su poder y con la clara hegemonía de su familia por sobre las rivales en Cilicia.

Pero antes de continuar la historia con los cuatro nombres que se suceden –y se repiten- en la dinastía rupénida, tendremos que hacer un alto aquí y echar un vistazo sobre la compleja situación regional e internacional.

El trascendental rol de Cilicia en la primera Cruzada

Hagámonos una imagen del Asia Menor a fines del siglo XI: por un lado está el debilitado -y vencido en Manazkert- Imperio bizantino. Por el otro, los turcos selyúcidas de Alp Aslán y de su hijo Malik Shah, cuyos dominios se dividen a la muerte de este último en 1092. Se crean así varios sultanatos o Estados turcos –rivales también entre sí- que rodean y amenazan a Cilicia. Cabe señalar que parte de la Armenia histórica está ocupada por uno de esos sultanatos, el de Sah Arman (ver mapa abajo) mientras que la Armenia del norte se une con el reino de Georgia.

Los armenios intentan fortalecerse en Cilicia y para defender sus nuevas posesiones tienen que hacer frente a los ataques de sus vecinos turcos. Pero en el año 1097 –durante el principado de Constantín y 17 años después de que los príncipes armenios comenzaran a instalarse en la región- sucede un hecho histórico que será de gran beneficio para ellos: la llegada de los primeros europeos a Oriente para liberar Jerusalén de la ocupación turco-selyúcida acaecida en 1071 y ahora en manos de los sultanes egipcios.

Se trata ni más ni menos que de la primera de las famosas Cruzadas. De más está decir que el vasto tema en cuestión –ocho expediciones militares en 200 años- excede los límites de nuestro análisis. Sin embargo, tendremos que referirnos a ciertas cruzadas para comprender los sucesos en Cilicia. En esta campaña inicial, Constantín y los armenios apoyan decididamente a los cristianos de Occidente. Un apoyo que será crucial para el éxito de la primera Cruzada.

Lo explica J. Laurent: “Cuando los cruzados de la primera cruzada llegan exhaustos y en pésimas condiciones a los desfiladeros del Tauro, los armenios reciben como hermanos a esos cristianos venidos desde tierras tan lejanas (…) Los guian, los abastecen y hacen posible la conquista de Antioquía y por consiguiente la de Jerusalén. Sin la ayuda de los armenios la primera cruzada no hubiera tenido éxito” (1).

Cabe señalar que el permanente punto débil de los cruzados era encontrarse lejos de sus bases de Occidente: el abastecimiento era harto difícil y la ayuda recibida, insuficiente. De allí la importancia de la ayuda obtenida en el lugar.

Así pues, a principios del siglo XII, en su camino hacia Tierra Santa y con la ayuda de los armenios, los cruzados van conquistando territorios de manos de los turcos. Luego de liberar Jerusalén en 1099, crean en las fronteras de Cilicia (ver mapa abajo) el condado de Edesa y el principado de Antioquía, y más al sur el condado de Trípoli y el Reino de Jerusalén, cuatro pequeños Estados cruzados –llamados Estados latinos de Oriente– que servirán de contención al este y al sur de Cilicia contra los ataques de los turcos. Se trata sin duda de un cambio del statu quo y un alivio para el principado armenio.

Para afianzar la alianza con Cilicia, Balduino de Flandes, ahora soberano del condado de Edesa, desposa a la sobrina del príncipe Constantín. Matrimonios mixtos serán a partir de allí moneda corriente en la vida del reino armenio de Cilicia. Nobleza obliga, los lazos políticos debían acompañarse de lazos maritales…

Conflictos con Bizancio y con los turcos

Volvamos a la dinastía rupénida y a los sucesos en Cilicia.

Si bien debilitado, el imperio Bizantino no desiste de lo que antaño eran sus posesiones. Enceguecido además por el odio religioso contra los latinos (**) adopta una clara postura contra los cruzados. A principios del siglo XII Bizancio demuestra claras intenciones de recuperar Cilicia, Antioquía y Edesa. Será contra la dinastía bizantina de los Comnenos que los príncipes rupénidas deberán defender su principado. Claro que habrá también familias armenias rivales que apoyarán a Bizancio…

A Constantín le sucede su hijo Torós (variante armenia abreviada del nombre Teodoro, cuyo significado en griego es “obsequio de Dios”) quien permanece en el poder durante 27 años y sigue afianzando el poderío de la familia con conquistas territoriales. Le llega el turno a su hermano, Levón I –apodado “príncipe de las montañas”- quien frena varios ataques turco-selyúcidas y expulsa a los bizantinos de Cilicia, conquistando Mamistra, Adana y Tarso en las zonas de llanura del sur (ver mapa abajo) llegando hasta el Mediterráneo. En 1135 el hermano de Levón, Sdepané, logrará arrebatar Marash de mano de los turcos.

Bizancio no se da por vencido: en 1137 el emperador Juan II Comneno ataca Cilicia. Levón I libra una dura batalla pero debe retroceder y buscar refugio en las montañas. Finalmente se entrega y muere en cautiverio. Los siguientes 8 años serán devastadores por los ataques de bizantinos y turco-selyúcidas contra Cilicia.

De los cuatro hijos de Levón I, uno es asesinado por los bizantinos; el segundo, Torós, es tomado prisionero; y los otros dos, Sdepané y Mleh encuentran refugio en lo del sultán de Alepo. Será Torós  quien logrando escapar de Constantinopla regrese a Cilicia y se reúna con sus hermanos para encabezar la resistencia armenia que culminará victoriosa con la toma de varias ciudades, entre ellas Sís, la futura capital del reino.

Cabe señalar, que durante el principado de Torós II la iglesia armenia traslada su sede a la fortaleza de Hromkla, en ese entonces muy cerca de la frontera de Cilicia y más tarde dentro de los límites del reino (ver mapa arriba). Hromkla será en los próximos 150 años el centro del Catolicosado armenio.

Así pues, Rupén, Levón I y Torós II serán los artífices del establecimiento y la consolidación del futuro Estado armenio.

Levón II, el soberano de las “grandes obras”

Pero si hay un nombre en la historia de Cilicia que sobresale por encima de todos los demás, es el de Levón II “Medzakordz” (el de las “grandes obras”), una de las figuras más destacadas de la historia armenia. Es gracias a su labor en los ámbitos militar, administrativo y económico que Cilicia se convertirá en un Estado reconocido por Occidente y por Oriente.

Sus largos 32 años de reinado (1187 a 1219) serán los más fructíferos de la larga historia del pueblo armenio. El país conocerá un período de bienestar y de estabilidad sin precedentes.

Pero vayamos a los hechos:

Al igual que muchos soberanos de Armenia, Levón II es en primer lugar un rey-soldado. La defensa de las fronteras es su prioridad absoluta y por ello se aboca a la tarea de fortalecer el ejército y de aumentar el número de efectivos en las zonas fronterizas (cuánto tienen que aprender de la historia los dirigentes de hoy…). Cabe destacar, que el rey armenio se valdrá de la presencia de los europeos en la región y tendrá a su servicio en el ejército a oficiales alemanes, ingleses, franceses e italianos.

Es el año 1187. Levón II logra salir victorioso de una primera ofensiva contra Cilicia de las fuerzas turcas conjuntas de los sultanes de Alepo y de Damasco. Es el mismo año en que el ejército del célebre Saladín vence a los cruzados en Jerusalén, causando la caída del reino cristiano establecido allí casi cien años atrás. Será el motivo de la tercera cruzada… (Otro tanto había ocurrido con la segunda cruzada en 1148, motivada por la caída del condado de Edesa en manos de los turcos).

Un año después, en 1188, Levón II consigue frenar el avance del sultán de Iconia y en la batalla decisiva cerca de Marash aplasta al ejército turco. Tras esta victoria se dirige hacia occidente y ocupa los sultanatos de Iconia y de Isauria, conquistas que duplican el territorio de Cilicia en la zona aledaña al Mediterráneo. Acto seguido traslada la capital de Tarso a Sís, en una zona montañosa más protegida contra los ataques enemigos (ver mapa arriba).

Levón II es un gran diplomático y estratega: se da cuenta de que el futuro de su país está estrechamente relacionado a la causa y a la fuerza de Occidente. Por ese motivo pone las bases de una política de cooperación entre Europa y Oriente, es decir de un acercamiento con los cruzados. Sus matrimonios con Isabel de Antioquía y luego con Sibila de Lusignan constituyen sólo uno de los resultados de dicha política. Sus relaciones con Occidente son permanentes: en 1191 viaja a Chipre para estar presente en la boda del rey Ricardo Corazón de León de Inglaterra con una princesa de Navarra.

Los planes de Federico Barbarroja

Hemos señalado ya que la caída del reino de Jerusalén en manos de Saladín (***) es el motivo de la tercera cruzada o Cruzada de los Reyes, encabezada por los soberanos Felipe II de Francia, Ricardo I de Inglaterra y Federico I de Alemania (ver mapa abajo). A pesar de sus éxitos parciales, esta tercera gran campaña militar, mítica tanto para cristianos como para musulmanes, no llega a su objetivo final de reconquistar Tierra Santa pero se logra salvaguardar el derecho de los cristianos a peregrinar allí.

El emperador alemán Federico I Barbarroja engendra un plan de gigantescas proporciones: pretende  reconstituir el Imperio romano en su totalidad, con la creación de un imperio en Oriente que se una al Sacro Imperio Romano Germánico. Y como no podía ser de otro modo, Levón II se convierte en un aliado de suma importancia para llevar adelante semejante empresa. La concordancia de los intereses armenios con los del emperador alemán es un hecho. De ahí la corona real –y el consiguiente reconocimiento internacional como Estado independiente- que el emperador promete a Levón II…

En su avance exitoso contra los turcos en Iconia (ver línea amarilla en el mapa arriba), el cansado ejército de Federico Barbarroja es recibido por los embajadores de Levón II en los desfiladeros del Tauro y conducido a través de una difícil geografía hacia la ciudad de Isaura donde debía abastecerse. Acalorado por el duro trance de la cabalgata y con intención de refrescarse, el emperador decide darse un baño en las heladas aguas del río Salef (Seleucia) con el consecuente infarto que acaba con su vida. Es el mes de junio de 1190.

Levón II acompañado por el Catolicós llega a Isaura donde se encuentra con la noticia de la muerte de su gran aliado. Será el hijo y sucesor de Federico I Barbarroja, el emperador Enrique VI, quien continuando con la política de su padre, finalmente le enviará a Levón II la corona real.

Así, en su carácter de enviado del Papa Celestino II y de archicanciller del emperador alemán, el arzobispo de Maguncia Conrado de Wittelsbach entrega a Levón la corona en una solemne ceremonia en la iglesia Santa Sofía de Tarso, en presencia de 15 obispos, 39 príncipes armenios y un grupo de caballeros latinos. Será el Catolicós Grigor Abirad quien entrone al rey. Es el 6 de enero de 1199, día de la Navidad armenia. Cilicia se convierte así en un reino armenio, aliado de Occidente en Oriente. Y Levón II en el primero de sus reyes.

Claro que para semejante obsequio al flamante rey armenio, Enrique VI tenía también sus propios planes: heredero de los ideales de gobierno universal de su padre, alienta la posibilidad de anexar el imperio bizantino a Occidente y prepara terreno para invadir Bizancio, asegurándose para ese objetivo el apoyo de la Nueva Armenia y del reino de Chipre (2).

Al enterarse de la coronación de Levón II, el emperador bizantino no se queda atrás: marche otra corona. Y de yapa, una bandera con un león. Así pues, el “rey de la selva” pasa a formar parte de los escudos y estandartes reales de la Nueva Armenia, mientras que en los del reino de Medz Hayk eran las águilas las que representaban al Estado. De allí que el escudo de la República de Armenia de 1918 y de 1991 esté protagonizado por un águila y un león.

Más allá de las ceremonias y los símbolos, ahora Levón II debe convertir a su país en un Estado al modelo europeo, con sus instituciones y su espíritu. Y se aboca a esa tarea con todas sus fuerzas.

En la próxima entrega brindaremos un cuadro general de los logros conseguidos por este genial estadista. Señalemos por ahora, sólo algunos: la creación de tribunales inspirados en los códigos de Antioquía y del reino de Jerusalén; la administración del reino y del palacio con parámetros de gobierno europeos; la adopción de los principios feudales de occidente; el establecimiento de estrechos lazos económicos con Italia y el resto de Europa; el aliento a la industria; la creación de escuelas, orfanatos, hospitales, monasterios y el fortalecimiento de las relaciones con las órdenes religioso-militares de los cruzados.

Es evidente que Levón II busca una unión con Occidente por dos motivos esenciales: para poder hacer frente a los constantes ataques de los sultanes turcos de Alepo y de Iconia por un lado, y de los emperadores bizantinos por el otro. Así se explica su alianza con el emperador alemán Federico Barbarroja y con los Estados latinos de Oriente. Incluso, sus esfuerzos para lograr un acuerdo entre las iglesias de Armenia y la Católica Romana.

En palabras de Tournebize: “Con Levón II el principado de Cilicia llega a su apogeo. Incluso después de la más severa crítica histórica que se le pueda hacer, es digno de admiración. Los historiadores glorifican su valentía, su destreza como militar y su nobleza de carácter. Pero lo más destacable es su prudencia, su habilidad como diplomático y su perspicacia como político. Mediante alianzas hábilmente elaboradas, supo interesar a las principales cortes cristianas de la época en la prosperidad de su gente y de su reino pero también supo discernir en su alrededor a los hombres de mérito y unirlos a su causa” (3).

Ricardo Yerganian
Exdirector de Diario Armenia

Notas
(*) Filareto Brajamio (en armenio Pilardós Vahram) fue un político y militar armenio-bizantino del siglo XI. Provenía de una familia feudal armenia (la de los Varaznuní, originaria de Vaspurakán) que había entrado al servicio de Bizancio en el siglo X. Después de la Batalla de Manzakert de 1071 y mientras los selyúcidas se expandían por Anatolia, Filareto llegó a conservar temporalmente el dominio de Cilicia, la Eufratensis y Antioquía.

(**) Se conocía con el nombe de latinos a todos los occidentales llegados a Oriente con motivo de las Cruzadas.

(***) Saladino, Saladín o Salahadín (1137-1193) es una de las más grandes figuras del mundo islámico. De origen kurdo, fue sultán de Egipto y Siria e incluyó en sus dominios Palestina, Mesopotamia y Libia. Con él comenzó la dinastía ayubí, que gobernaría Egipto y Siria tras su muerte. Defensor del islam y particularmente de la ortodoxia religiosa representada por el sunismo, unificó política y religiosamente el Oriente Próximo y lideró la lucha contra los cruzados. Su fama trascendió y se convirtió en símbolo de caballerosidad medieval.

(1) J. Laurent, L’Arménie entre Byzance et l’Islam, París, 1919, p. 165

(2) A. Vasiliev, Histoire de l’Empire byzantin, París, 1932, II, pp. 94-95

(3) F. Tournebize, Histoire politique et religieuse de l’Arménie, París, 1910, pp. 191-193

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