Bailarín y maestro, Vahram es el director del Conjunto de Danzas Folklóricas Armenias Nairí de HOM que el próximo 17 de noviembre se presentará en su Función Anual en el Auditorio Armenia.

Vahram Ambartsoumian: “Una vez que estás en Nairí formás parte de por vida”

05 de noviembre de 2019

Vahram Ambartsoumian nació en Armenia pero desde hace 25 años vive en Argentina. A los 8 años tomó su primera clase de danza y desde ese momento su carrera creció hasta llegar a ser primer bailarín del Teatro Colón.

—¿Qué significa para vos la danza?

—La danza es mi vida. Son muchos años, bailo desde los 8 y se hizo parte mía. Yo me comunico con la danza. En su momento bailando y ahora un poco distinto pero siempre conectado a través de los conjuntos Nairí, Shirag y Shiraz, a través del Colón siendo maestro ensayista antes y ahora formando parte del cuerpo de baile.

—¿Se puede transferir el sentimiento por la danza?

—Por supuesto, en algún momento fueron mis maestros, compañeros mayores y bailarines que admiraba quienes me contagiaron el sentimiento por la danza. Pasa por la vista, al hablar, al mostrar y al hacer entender.

Hacía Lucha Grecorromana en Ereván y mis padres me llevaron a una escuela donde, en el mismo edificio, tenía danza y las materias del colegio. En los últimos años participábamos de las obras de ballet en el Teatro de la Ópera. Es bueno que los niños estén conectados con el arte, con la cultura, con la música. Se transmite mucho. Ahora cuando entro al Colón y mi hija está en sus clases de danza veo que con mi mujer pudimos transmitirle el amor por la danza.

—¿Cuál es el diferencial que tienen los conjuntos que dirigís?

—No sé si hay diferencia. Ser bailarín y ser maestro de la danza son dos profesiones distintas. Si bien tienen que ver con la danza, un gran bailarín puede no tener el poder de transmitir. Y un bailarín que no fue destacado como tal puede ser un gran maestro. En una coreografía se nota la mano de quién la hace, el gusto. Si bien son grupos, también son individuos y antes que todo tiene que ser la persona quién disfruta la danza, el que hace disfrutar al público con lo que hace en el escenario. Con Tereza estamos trabajando para dar todo lo que aprendimos en Armenia, lo que nos inculcaron nuestros maestros y lo que veíamos.

De todos los grupos hay cosas para aprender. Es bueno que los bailarines vayan a ver a los otros conjuntos porque eso enriquece. Cada director le pone algo personal y más allá de la danza en sí, hay charlas que es lo que no se ve cuando el grupo está sobre un escenario. Lo que se ve tiene mucho trabajo, vaivenes y explicaciones. A los jóvenes no se los puede atrapar en la danza con ese tipo de coreografías que tienen dos o tres pasos que se repiten. En un espectáculo podemos poner una danza de música étnica, después jugamos con obras de Ara Gevorgyan, Khachatur Avetisyan o los más nuevos, pero hay que atrapar al joven para que empiece a investigar y de esa forma quedar enganchado con la música. Nos vamos adaptando. Con Vanoush Khanamirian y el Conjunto Estatal de la época soviética hubo un antes y un después, empezaron a bailar un poco más técnica la danza armenia.

—¿Tu grupo de Nairí refleja lo que sos vos?

—Sí. Estoy muy contento con el grupo porque además de ser un conjunto de danza es un grupo muy lindo de personas que se unieron muchísimo. El conjunto es un lugar donde pueden hacerse amigos, buscar su armenidad, ir a las raíces, estar cerca de la cultura, de la música y la danza armenia. Los veo unidos y eso me satisface muchísimo. Como en todos los grupos o equipos de trabajo hay altibajos. Hay años mejores que otros. Nosotros entendemos que los jóvenes trabajan, estudian y sacrifican mucho para venir a ensayar y eso es muy valorado.

—¿Cómo va a ser esta presentación de este año?

—El espectáculo va a ser muy variado. Vamos a empezar presentando varios temas nuevos con Shirag. En Shirag tenemos tres grupos: Mini Shirag, Infantil y Juvenil, es el semillero de Nairí. Con los mayores -Nairí- vamos a presentar una danza extensa, Mtorumner (Reflexiones), que incluyen varias en una. Son improvisaciones mías donde la música va cambiando de ritmo y de melodía. Vamos a presentar también otro tema nuevo, Azadakragan, que pertenece a un coreógrafo de Armenia que fue mi maestro en el Instituto, Norair Mehrabian. Es importante señalar que nosotros mismos hicimos los trajes. Fueron diseñados mayormente por Tereza, confeccionados por las homuhí y por los integrantes de Nairí. También va haber un grupo de bailarines de Shiraz de Uruguay. Quiero que siempre exista esa conexión entre los dos conjuntos.

Un objeto. “Este y otros cuadros pintados por mi abuelo están siempre en las paredes de las casas donde vivo. Son un recuerdo de donde vengo y quizás una explicación de a dónde voy”.

—¿Cómo fue la experiencia de dirigir al conjunto con la incorporación de ex bailarines por los 40 años?

—Una vez que estás en Nairí formás parte de por vida. Vinieron los primeros, los fundadores de Nairí. Cuando nos juntamos a hablar me propusieron que los dirigiera a ellos. Para mí fue una consideración de parte de ellos de la que estoy muy agradecido. Es un grupo fundador con muchas ganas de bailar. Fueron ensayos con mucha alegría porque ellos toman Nairí como su grupo de pertenencia y se siguen juntando. Fue un gran evento porque disfrutaron, había un buen clima. Es importante que todos los grupos y las distintas generaciones lo vivan de esa forma. A los actuales bailarines les sirvió mucho ver eso mancomunión. Fue lindo ver a padres e hijos bailando juntos, fue algo inolvidable.

—¿Cómo es vivir con una bailarina?

—Con Tereza (Sargsian, codirectora del conjunto Nairí) nos conocemos desde los 9 años. Sin ella yo no hubiera podido hacer mi carrera como bailarín. No hubiese podido crecer. Ella se dedicó totalmente a los hijos para que yo pudiera hacer la carrera como bailarín.

—¿Tus compañeros del Colón escucharon y bailaron con música armenia?

—Tengo varios compañeros que somos muy amigos y están muy al tanto de toda nuestra historia y de la música. Hice bailar a muchos compañeros con nuestra música. Muchas bailarinas me acompañaron. Este año con Shiraz hicimos la función homenaje a Gomidás por los 150 años de su nacimiento e hicimos “La Melodía del Silencio”, es la última parte de su vida. Me acompañó Magdalena Cortez, bailarina del Teatro Colón.

No creo que haya algún armenio que no le cuente a sus compañero sobre la cultura. Nosotros nacemos para hablar de nuestra historia.

Sofía Zanikian
Periodista
sofi.zanikian@outlook.com

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