Visibilizar la existencia del aborto nos obliga a repensarnos como sociedad
El día 14 de junio la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo antes de las catorce semanas. Durante más de dos meses, se llevaron adelante reuniones informativas en donde especialistas, militantes, profesionales de la salud, ciudadanas/os expusieron sus puntos de vista, argumentos y evidencias sobre el tema.
Luego se desarrolló un debate legislativo de 23 horas y de la argumentación de casi 150 diputadas/os, a favor o en contra, donde se presentaron datos, experiencias y argumentos jurídicos, políticos, de salud pública, ética, religiosa y filosófica, en un proceso democrático, transparente y deliberativo.
Hemos visto además, cómo en estos últimos meses, la sociedad se vio involucrada transversal e indistintamente de su posición política, religiosa, cultural y social en discusiones apasionadas que impresionaban dividir aguas, aquellas que parecieran profundizar el fantasma de la grieta.
Esa grieta que se manifiesta cuando se pretende imponer razones o cuando no queremos afrontar realidades que nos golpean y que no queremos ver.
Como evitar entonces, que la ética, la moral, la religión y los prejuicios sean el condimento, para que en el fondo sigamos siendo una sociedad que cultiva la intolerancia, más allá, que en los últimos años se haya logrado un avance en materia de derechos individuales.
No caben dudas, que el tema del aborto es por demás sensible, serio, doloroso y silenciado.
Sin embargo, esta discusión permitió visibilizar esta realidad en toda la sociedad, donde con cada habitante de este país nos vimos involucrados ante la necesidad, de tener en mayor o menor grado, con mayor o menor compromiso, una posición, sin tener opción a hacernos los distraídos y mirar hacia otro lado, dando lugar a que la sociedad y la política pongan en su agenda un tema sensible como doloroso, por dónde y cómo se lo mire, tanto para los que estamos a favor de la ley de aborto legal y seguro, como para los que opinan en contrario ya que ante la difícil decisión de abortar, todos perdemos, y quien se lleva la peor parte es la mujer.
Creer o suponer que la decisión se basa en la liviandad, en el “amor líquido” o en posiciones facilistas como la “moda del aborto” es ignorancia o falta de respeto o un uso deliberado de la mentira como forma de oponerse a un proyecto que fue debatido democráticamente.
Hoy las mujeres son atravesadas por distintas situaciones de vida y reflexionan seriamente sobre las decisiones, riesgos y responsabilidades que asumen. Sobreentender que se trata de frivolidad, liviandad o moda, es expresar un desprecio por la autoridad moral que tiene cada mujer.
Visibilizar la existencia del aborto, nos obliga a repensarnos como sociedad cuando abordamos a través de la salud pública el derecho a la misma para la mujer. La ilegalidad de la práctica, aunque sea en las mejores manos y en el mejor lugar posible, por el sólo hecho de ser ilegal la convierte en insegura.
Durante estos meses de debate, me pregunté, hasta qué punto el género masculino podría intervenir en decisiones que involucran al cuerpo de la mujer.
Acaso los hombres permitiríamos que las mujeres decidan sobre nuestros cuerpos?
Si indagamos un poco, comprobaremos, que en nuestro círculo de relaciones, sabremos de alguien que ha pasado por la misma situación sea cual fuere su posición social, y ese alguien, una madre, una hermana, una esposa, una amiga, una conocida, se expuso asumiendo riesgos.
Mientras escuchaba a aquellos que con vehemencia defienden las “dos vidas”, me pregunto si como sociedad, estamos dispuestos a defender con la misma energía y hacerla extensiva a favor de la vida de todos los colectivos vulnerables, a los niños en situación de precariedad o calle, a quienes están por debajo o muy por debajo de la línea de pobreza.
Y traigo esta reflexión, convencido que se trata de una misma discusión, y que tiene que ver con una visión integral que debería garantizar el estado y sostenerla como política, ocupe quien ocupe la Casa Rosada.
Y aquí le sumo a la intolerancia de nuestra sociedad ese adjetivo infaltable y tan humano como la hipocresía. Basta con escuchar a quienes piensan en aquellas familias numerosas que por el solo hecho de su condición de humildad y pobreza, que viven en barrios marginales o carenciados, vulnerables socialmente, que piensan o dicen que el motivo de la multiparidad de las mujeres se ajusta a la proporcionalidad de los planes sociales o subsidios estatales.
Entonces, me pregunto, si como sociedad medimos la protección de la vida con la misma vara para todos por igual. Me atrevería a responder que lamentablemente no es así.
Y acaso me pregunto, si las mujeres, han tenido la posibilidad de acceder al conocimiento, a la información, de aprender, de enterarse sobre cómo hacer para evitar un embarazo no deseado, o la manera de interrumpirlo frente a situaciones que debe afrontar.
A esto me refiero cuando hablo de visión integral. La ley de aborto legal y seguro hasta la semana 14 del embarazo es el último eslabón de una cadena que perdió en el camino su propia continuidad.
Que la mujer tome la decisión de abortar significa que hemos fallado en la educación sexual, la anticoncepción y la planificación familiar. No es más que la falta de políticas por parte del Estado en hacer que las leyes existentes al respecto se cumplan, que en las escuelas se enseñe realmente de manera planificada, se refuercen los esfuerzos en los centros de salud, se insista con campañas de difusión en medios masivos para tal fin, las que brillan ciertamente por su ausencia desde hace años en forma sistemática. Para evitar la interrupción de un embarazo no deseado, la solución no es prohibirlo, la solución es informar, capacitar, educar y multiplicar continuamente para que cada generación de mujeres tenga la oportunidad de acceder ella.
El conocimiento empodera, el saber permitirá que la mujer tenga mayores recursos para decidir sobre su vida, y tome la más correcta y desde el estado, brindar seguridad y protección a aquellas que en pleno ejercicio de su libertad deciden llevarlo a cabo a través de la legalidad.
*Médico. Presidente de la Asociación Cultural Armenia