Debate: La historia como soberanía

27 de febrero de 2024

Diario ARMENIA está publicando opiniones sobre la iniciativa de cambiar el nombre de la materia de “Historia de los armenios” a “Historia de Armenia” en la currícula de los alumnos de 7mo grado por parte del Ministerio de Educación y Cultura de la República de Armenia. En esta oportunidad incluimos las reflexiones del profesor Juan Manuel Peralta-Safarian que se suman a la opinión de la profesora Margarita Djeredjian y de Hagop Boyadjian.

Este texto se encuadra a partir del debate originado en la República de Armenia a razón de la publicación del libro escolar de Smbat Yovhannisian, docente del Departamento de Historia Mundial de la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Ereván. El mencionado libro de texto hace una serie de afirmaciones sobre la interpretación de la historia del pueblo armenio, como por ejemplo: utilizando términos como Anatolia o meseta anatólica para referirse al territorio histórico de Armenia ¿qué sucedería en la Argentina si en vez de referirnos a las Islas Malvinas les dijéramos Falkland Islands o no las dibujaramos en nuestros mapas?

En esta línea, el Ministerio de Cultura y Educación de la República de Armenia decidió modificar el nombre de la materia “Historia Armenia” por el de “Historia de Armenia”. Si bien a primera vista el cambio no parece importante, una mirada más profunda evidencia la peligrosidad de esta concepción. Para poder fundamentar esto, los invitamos a repasar brevemente el desarrollo del estudio y de la enseñanza de la historia en la Argentina.

La historia, como ciencia y disciplina escolar, sufrió una serie de cambios ligados a los procesos políticos y sociales de nuestro país. A fines del siglo XIX e inicios del XX la Argentina atravesaba un momento de fuerte modernización. Nuestro país busca insertarse en el mercado mundial como una sociedad moderna y lleva a cabo cambios económicos, políticos, culturales y educativos, dirigidos por una oligarquía terrateniente que se beneficiaba con esta situación. Es el período del modelo agroexportador, la inmigración masiva, la inversión en infraestructura portuaria y la llegada de los ferrocarriles.

En 1884 es promulgada la Ley 1420, considerada la base primordial del sistema educativo nacional. Esta Ley educativa tenía por objetivo formar un nuevo sujeto político, el ciudadano. La Ley 1420 recogió la postura histórica de Bartolomé Mitre, según la cual, previamente a la Revolución de Mayo existía (en las mentes de los protagonistas de la independencia) la idea de que había una nación que quería salir a la luz. Una especie de “destino manifiesto” argentino. Bajo esta premisa, etapas históricas como: la década de 1820 o los gobiernos rosistas, fueron considerados momentos anárquicos y obstáculos para el desarrollo económico y progreso socio-cultural del país.

Según el historiador Alejandro Cattaruzza, este relato se esparció a través de diversos soportes como: manuales escolares, retratos o banderas que decoraban las aulas. Pero también, a través de toda una acción en el paisaje urbano con monumentos, esculturas, bautismos de calles, etc. Otros dispositivos también colaboraron en la difusión de este mensaje. Enciclopedias como Salvat, Lo sé todo, Monitor, o revistas como Billiken y Anteojito, eran productos que ponían el énfasis en biografías de grandes hombres, batallas, relaciones diplomáticas, tratados internacionales, etc. Los eventos históricos eran interpretados de forma cronológica, como si se estuviera viajando desde el pasado bárbaro, salvaje, inculto y silvestre hacia el presente (o futuro) donde el desarrollo, progreso industrial, la cultura y civilización ya estuvieran presentes. Además, esta mirada, transmitía la idea de que el progreso y capacidades humanas eran fuerzas ilimitadas fundamentadas en los logros económicos, políticos, sociales y culturales de los países de Europa. Siguiendo al historiador mencionado, este relato estaba avalado por el Estado, por lo tanto, era la mirada oficial sobre nuestro pasado.

El siglo XXI trajo una serie de cambios tanto en la interpretación de los fenómenos históricos, como así también en su enseñanza. El retorno de la democracia permitió que nuevas miradas sobre el pasado regresaran del exilio y ocuparan espacios en los gobiernos, universidades y en la divulgación. De ahora en adelante se buscaba interpretar procesos; las individualidades dieron lugar al estudio de grupos y colectivos sociales, como por ejemplo: mujeres, infancias, indígenas, afrodescendientes, obreros, etc. La historia de nuestro país dejó de ser estudiada de forma aislada para ser cotejada con la de otros países de latinoamérica. Pero el mayor cambio se generó con el protagonista del pasado. Si durante el siglo XX se pensaba que el Estado o las personalidades individuales eran quienes llevaban adelante los cambios históricos; desde el siglo XXI se entiende que son los pueblos los grandes protagonistas de la historia. Ese pueblo que estuvo presente desde las Invasiones Inglesas y Revolución de Mayo hasta el Argentinazo de 2001. El pueblo, que siempre estuvo invisibilizado y sometido, ahora se convierte en el protagonista de su propia historia marcada por conflictos, luchas y resistencias.

Volviendo al caso armenio, hay que entender que cuando se escribe la historia también se está realizando un acto de soberanía. Cuando se habla de la nueva materia “Historia de Armenia” no solo se cambian nombres, designaciones o espacios, también se modifica la mirada sobre los eventos históricos y sus protagonistas. “Historia de Armenia” elimina los procesos históricos de los cuales el pueblo armenio fue protagonista.

Desde las escuelas armenias de Argentina debemos mantener una postura que, al decir de Oszlak y O’Donnell, entienda que el pasado también forma parte de una demanda socialmente problematizada. Es decir, la exigencia que un grupo, clase u organización realiza frente a las autoridades para que su petición sea incorporada a la agenda estatal. La comunidad armenia de Argentina, como parte del pueblo argentino, reivindica su propio pasado de manera activa reclamando justicia por su pasado, su presente y su futuro. Es en esta línea que, desde la Argentina, debemos seguir sosteniendo y enseñando nuestra materia de Historia Armenia, es decir, la historia del pueblo armenio.

Juan Manuel Peralta – Safarian Profesor Historia UBA
Docente de Historia Armenia Instituto Tertzakian
Equipo de Investigación Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur

Bibliografía utilizada:
CATTARUZZA, Alejandro. Políticas de la Historia. Argentina 1860 – 1960. Alianza. 2003
DEVOTO, Fernando y PAGANO, Norma. Historia de la Historiografía Argentina. Sudamericana. 2009
OSZLAK, Oscar y O’DONNELL, Guillermo. Estado y políticas estatales en América Latina: hacia una estrategia de investigación. Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES). 1976

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