Los medios armenios durante la guerra de Artsaj: ¿Mentimos?

15 de noviembre de 2020

La noticia del acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán para terminar la guerra cayó como un baldazo de agua fría para los lectores de los medios armenios. No se esperaba algo así. Habían sido 43 días de noticias cada vez peores. Muchos no lo podían creer: ¿Se entregaban territorios? ¿Qué pasó? La pregunta que resuena, entonces, es esperable. ¿Cuál fue la responsabilidad de los medios de comunicación armenios? ¿Mentimos?

Desde el comienzo de la guerra, el Gobierno de Armenia mantuvo una política de comunicación estricta, homogeneizada y vertical. El Gobierno de Armenia decidió multar a medios del país que difundieran noticias falsas, mientras que presentó el Armenian Unified Info Center, con un equivalente en Artsaj. La política de comunicación se basó, entonces, en pedir (exigir) a todos los medios de la diáspora que siguieran las noticias "oficiales" de estos organismos creados exclusivamente para publicar información, fotografías y material audiovisual. La agencia estatal, Armenpress, funcionó como un medio más, ya que las comunicaciones oficiales se realizaron a través de las redes sociales del Armenian Unified Info Center o de los propios funcionarios. De hecho, el anuncio de la firma del acuerdo fue realizado a través de la cuenta de Facebook del primer ministro Nikol Pashinyan. Aparte de los centros de información, las fuentes oficiales fueron portavoces de Cancillerías, Ministerios de Defensa (especialmente Artsrun Hovhannisyan y Shushan Stepanyan) y otros organismos de Gobierno.

El pedido a los medios para que publicaran solo información oficial fue casi una necesidad, ya que el Gobierno de Azerbaiyán, considerado por muchos una dictadura y uno de los peores países en el mundo en materia de libertad de prensa y de expresión, mantuvo una política de desinformación y noticias falsas constante.

Durante la guerra, tanto Armenia como Azerbaiyán intentaron mostrarse victoriosos: la moral de las tropas es una cuestión muy importante en todo conflicto bélico. La ecuación es sencilla: ¿por qué los soldados continuarían combatiendo -y arriesgando su vida- en una guerra que ya estaba perdida?. El problema fue que Armenia solo publicó noticias sobre (pequeñas) victorias o avances, mientras que evitó reconocer las derrotas.

Armenia publicó recién el 24 de octubre un mapa de la situación actual de la guerra. Hasta ese momento, no había admitido nunca la pérdida de territorios por parte de Azerbaiyán. El ejército se vio obligado a hacerlo luego de que Azerbaiyán anunciara la captura total de toda la frontera con Irán.

Armenia intentó siempre ser transparente en sus comunicaciones. Se invitó al periodismo internacional y a los organismos de derechos humanos a la zona de conflicto (algo que Azerbaiyán prohibió), quienes pudieron documentar todos los crímenes de guerra cometidos por Azerbaiyán. La documentación de estos hechos por parte de las oficinas del Ombudsman de Artsaj, Artak Beglaryan, fueron claves y proporcionaron evidencias absolutas de crímenes de guerra y de lesa humanidad por parte de Azerbaiyán. El periodismo pudo trabajar libremente, siempre y cuando no publicara información sobre posiciones militares. La única excepción fue el periodista ruso Semyon Pegov, bajo el nombre "War Gonzo", quien estuvo con las tropas armenias durante los combates y publicó reiterados videos de posiciones militares, muchas veces siendo fuente citada por la propia agencia estatal Armenpress.

Si bien hubo transparencia en muchos aspectos, la prohibición de dar datos sobre posiciones militares hizo que se confundiera a la opinión pública. Armenia nunca reconoció que era casi imposible la victoria -algo que cualquier experto militar podía deducir- y prefirió igualar la comunicación interna (en la que debían mostrarse victoriosos para mantener el ánimo alto de sus soldados) con la externa, en la que también se mostraron victoriosos a pesar de que la mayoría de las personas que cubrían el conflicto sabían la verdad.

¿Y Diario Armenia?

La redacción de Diario Armenia se impuso una serie de normativas muy estrictas y que se cumplieron a rajatabla durante la guerra. La principal regla fue la de no dar a conocer posiciones militares exactas: esto quiere decir, no publicar ningún contenido (fotografía o video) que diera información sobre alguna posición militar. Asimismo, Diario Armenia decidió no publicar ninguna imagen ni video donde se pudiera identificar la identidad de los soldados armenios: esto se debió a que Azerbaiyán utilizaba esos datos para acosar o intimidar a sus familiares. Se conocieron casos donde soldados azerbaiyanos robaban los celulares de soldados armenios fallecidos y se burlaban de la muerte desde las redes sociales del fallecido. La publicación de datos personales o fotos de soldados fue, en opinión del consejo de redacción del Diario Armenia, un grave error por parte del Gobierno y otros medios de comunicación armenios.

Hubo dos notas eliminadas por parte de Diario Armenia, ambas por malinterpretaciones de las mismas por parte de un sector de los lectores: el 22 de octubre, Diario Armenia publicó un informe de sus corresponsales desde Goris, en el que se informaba que el Ejército ruso se había trasladado hacia el interior de la frontera de Artsaj. Si bien no era un dato sobre posiciones militares precisas ni exactas, la noticia fue mal entendida como si se hubiera dicho que Rusia estaba interviniendo en la guerra, algo que no era así. El video fue eliminado. Diario Armenia también informó y borró una noticia del 3 de octubre sobre una declaración de Ilham Aliyev anunciando la captura de Hadrut, algo que fue confirmado como cierto días después.

Todas las noticias que fueron publicadas por Diario Armenia tuvieron que pasar por un filtro de verificación y contar con una tercera fuente que confirme los datos. Así como no se publicaron los avances militares de Azerbaiyán por no contar con esa tercera fuente (ya que en Azerbaiyán prácticamente no existen medios que no sean estatales ni estén controlados por el Gobierno, ni organismos de derechos humanos), tampoco se publicaron ciertos datos de Armenia que no podían ser verificados por nadie más que por el propio Gobierno de Armenia (como por ejemplo, los números de los soldados azeríes fallecidos o la cantidad de equipamento militar azerí destruido).

Diario Armenia contó con tres corresponsales acreditados en Artsaj (Betty Arslanian, Leo Moumdjian y Garo Seferian), quienes se encargaron de entrevistar personas, documentar hechos, dar sus visiones desde el lugar y, muchas veces, confirmar o desmentir datos de las noticias publicadas. Durante toda la guerra hubo un sistema de información minuto a minuto, mientras que las notas se dieron a conocer, en muchas oportunidades, antes que muchos medios del mundo. También se elaboraron dossiers y se trabajó con periodistas locales para ayudar en la cobertura de la guerra y evitar la propagación de noticias falsas o propaganda azerbaiyana. Diario Armenia fue fuente de muchas notas y periodistas de Latinoamérica, algo que se vio reflejado en muchas oportunidades con citas directas a nuestra información o colaboraciones directas en notas. Todo este trabajo de comunicación profesional fue sostenido en base a un enorme esfuerzo para un diario comunitario.

¿Mentimos?

Volviendo a la pregunta original. ¿Mentimos? La respuesta desde Diario Armenia es no. No mentimos. Se decidió aceptar la estrategia de comunicación del Gobierno de Armenia dada la situación excepcional de la guerra, cuidándonos de no exagerar ni presentar como victorias situaciones menores. Toda la información fue verificada, y lo que no pudo serlo, no fue publicado.

Pero, la cobertura de la guerra de Artsaj, ¿fue una cobertura honesta? Sí, pero no se reflejó lo que estaba sucediendo realmente en el campo de batalla. Ningún medio pudo hacerlo fielmente: del lado de Azerbaiyán había un Gobierno dictatorial que no permite medios objetivos ni independientes en su país y basa su política exterior en la desinformación y la mentira. Del lado de Armenia, hubo un Gobierno que sabía desde los primeros días que la derrota era inevitable, tanto por superioridad numérica, económica, militar y tecnológica, como por el sistema de alianzas (Turquía-Azerbaiyán) de cada uno.

Terminada la guerra, es el momento de la autocrítica y la repartición de responsabilidades. Y los medios armenios debemos aceptar lo que nos toca.

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