Por una Historia del Pueblo Armenio

19 de marzo de 2024

Más de setenta científicos emitieron el 11 de marzo de 2024 una declaración pública sobre el libro de texto de séptimo grado de la asignatura “Historia Armenia” que el Ministerio de Educación y Cultura de la República de Armenia cambió a “Historia de Armenia”.
“El libro de texto de séptimo grado “Historia de Armenia” tiene como objetivo socavar una serie de pilares importantes de la identidad armenia y claramente carece de fundamento científico, ensayo coherente, secuencial y una base metodológica adecuada, contradice el principio de brindar a los estudiantes una educación sólida, confiable y de calidad y, en consecuencia, no puede utilizarse como libro de texto en las escuelas públicas y debe cancelarse de inmediato”, enfatizaron los científicos en el documento.
En este sentido, Diario ARMENIA viene publicando distintas opiniones de integrantes de la colectividad de Sudamérica sobre esta iniciativa que generó polémicas y acalorados debates en Armenia. En esta oportunidad, brindamos la opinión profesor Juan Bautista Karagueuzian que se suma a las ya publicadas de la profesora Margarita Djeredjian, de Hagop Boyadjian y del profesor Juan Manuel Peralta-Safarian.

“No hay Historia muda.
Por mucho que la quemen,
por mucho que la rompan,
por mucho que la mientan,
la historia humana se niega a callarse la boca”.
Eduardo Galeano

Durante los últimos meses un debate se ha iniciado en Armenia y en la Diáspora a partir de la iniciativa del Ministerio de Educación armenio por la cual el currículum, los programas y los materiales de lectura para 7º grado de la Escuela Primaria cambiarían su denominación de Historia de los armenios a Historia de Armenia (Hayóts Badmutiún por Hayastaní Badmutiún).

Hemos seguido el debate académico y pedagógico en Armenia, reflejado en algunos medios y en las redes. Hemos leído también las contribuciones que en nuestra región han aportado el compañero Hagop Boyadjian de la Comunidad Armenia de Montevideo y los docentes de Historia Margarita Djeredjian y Juan Manuel Peralta Safarian, todas publicadas en el Diario ARMENIA. Como docente de Historia Armenia e integrante del Equipo de Gestión Institucional del Colegio Armenio Jrimian me gustaría aportar algunos elementos a la discusión.

Una primera aclaración: Algún lector desprevenido podrá estar preguntándose si la oposición al cambio propuesto por las autoridades armenias no representa una “sobreactuación” o un trato exagerado, tratándose simplemente de un cambio de nombre a la asignatura. Con respecto a esto puedo decir que no, que no es exagerado oponerse a este tipo de políticas desde dos enfoques: uno político y uno pedagógico. Desde un enfoque político esta iniciativa puede enmarcarse dentro de una tendencia “entreguista” del Nikol Pashinyan y de los sectores e intereses que lo llevaron al poder y que lo sostienen desde los últimos años. Ya mostraron las cartas en relación a las intenciones entreguistas con relación a la cuestión de Artsaj, en lo referido a la revisión del pasado en clave del negacionismo turco y de demarcación territorial en un sentido contrario a las necesidades, reivindicaciones y seguridad del pueblo armenio. Desde medidas concretas y materiales, como con acciones simbólicas que siguen en status de propuesta, como la posibilidad de quitar el Ararat del escudo nacional o de cambiar la letra del Mer Hairenik, nuestro himno. En este sentido va la reflexión de Hagop Boyadjian publicadas en este Diario.

En términos pedagógicos, cambiar el nombre de una asignatura no determina necesariamente el contenido o los saberes a abordar, en este caso un recorte, pero sí marca una direccionalidad, una intención, un deseo de parte de los hacedores de la política educativa. Tal es el ejemplo en Argentina de la materia destinada a enseñar las reglas de la vida ciudadana: la materia se llamaba Higiene hacia finales del siglo XIX, con el afán “civilizatorio” hacia los inmigrantes; luego se pasa a llamar Instrucción Cívica, con énfasis militarista y con una mirada “estática” de la ciudadanía; tras la recuperación democrática y con la incorporación de la concepción de los Derechos Humanos el espacio curricular pasará a llamarse Educación Cívica o Formación Ética y Ciudadana; en las últimas dos décadas se incorpora una mirada mucho más participativa, dinámica y activa, pasando a denominar a la materia Construcción de la Ciudadanía.

A qué voy con esto: el marco curricular habilita y direcciona el énfasis hacia donde se despliega el saber escolar. En términos del tema en cuestión, Historia de los armenios (Hayóts Badmutiún) amplía, diversifica y complejiza; Historia de Armenia (Hayastaní Badmutiún) cierra, circunscribe y limita.

Cierra, circunscribe y limita  en términos históricos, geográficos, sociales y culturales. Históricamente porque la Historia de Armenia (con mayúsculas) es ínfima con respecto a la Historia de los armenios o del pueblo armenio, que se estima de unos 4 o 5 mil años de antigüedad dependiendo de las fuentes e interpretaciones de estas (Artzruní, 2010).

Geográficamente porque Armenia en cualquiera de sus formas estatales de los últimos 100 años deja por fuera al 90% del territorio habitado por armenios desde sus orígenes como pueblo, incluidas las provincias donde se llevó a cabo el genocidio perpetrado por el Estado turco-otomano, los territorios cedidos durante la sovietización de Armenia y especialmente Artsaj, todos territorios que el pueblo armenio reivindica como propios.

Socialmente porque circunscribir la historia de los armenios a la Historia de Armenia limita la narrativa a la Historia del Estado, cualquiera sea su forma, dejando por fuera la historia singular de un pueblo que vivió en resistencia, que vivió sometido pero sosteniendo su cultura, religión, costumbres e idiosincrasia durante los cientos y cientos de años que no gozó de una autonomía política nacional y culturalmente armenia.

También porque margina de la historia de los armenios a quienes debieron exiliarse luego del genocidio, tras la sovietización, luego de la Independencia del 91 y después de las guerras de Artsaj, viviendo desde entonces en comunidades diaspóricas en los cinco continentes. Por último, cierra, circunscribe y limita culturalmente porque la cultura del pueblo armenio floreció y florece también por fuera de los límites (físicos y simbólicos) de Armenia.

No hay un solo idioma armenio (haierén), hay dos, uno oriental (arevelahaierén) mayormente utilizado en Armenia, las comunidades de Irán y Rusia, y otro occidental (arevmedahaierén) mayormente utilizado en las comunidades de Medio Oriente, Europa y América. Asimismo, ¿qué hay de los Partidos Revolucionarios Armenios, el Armenagán, el Hnchakián y el Tashnagtsagán, surgidos a finales del siglo XIX y fundados en Van, Ginebra y Tiflís respectivamente, en todos los casos fuera de las fronteras de Armenia? ¿Y de la música que recreó, recuperó y compuso el Padre Gomidás tras peregrinar por cada pueblo hoy ocupado por Turquía? ¿Qué hacemos con las gestas heroicas, con la lucha armada de los sesentas y setentas, y con la defensa heroica de Artsaj? ¿No las enseñamos más porque quedan fuera de la enunciación oficial de la República de Armenia?

De ninguna manera. La Historia Armenia ES la Historia de los armenios, la Historia del Pueblo Armenio. Enseñar Historia es enseñar sobre el pasado, pero también es una decisión desde el presente hacia el futuro. La enseñanza de la Historia es declamatoria, es propositiva, es decididamente política. Qué enseñar y qué no enseñar es una decisión política.

En Jrimian debatimos esto todo el tiempo. El año pasado tras el tremendo desenlace del bloqueo a Artsaj, del desplazamiento de la población y del anuncio de la disolución de la República algunos docentes y estudiantes se preguntaban qué haríamos como escuela con los símbolos de Artsaj que utilizamos a diario, con la bandera de Artsaj que izamos y arriamos cada mañana, con el himno de Artsaj que se canta en la Primaria todas las tardes: “¿Por qué (y especialmente para qué) sostenerlos si en Artsaj ya no hay armenios, si ya no existe como República?” Con un nudo en la garganta y algunas lágrimas en los ojos ensayamos una respuesta a esa pregunta surgida desde el dolor. Les pedimos a los docentes que miren el escudo de la Escuela, aquel que llevan bordados todos los uniformes de nuestros estudiantes, el Escudo de la República de Armenia de 1918.

Jrimian utilizó en soledad ese escudo durante muchos años, incluso (y especialmente) durante los años que ese no era el escudo de Armenia, reemplazado por el de la Armenia Soviética. En Jrimian se sostuvo el Escudo del ‘18 no por un descuido o por pereza de cambiarlo, sino en términos reivindicativos de lo que esa breve República del ‘18 había representado para el Tashnagtsutiún y para el pueblo armenio: la gesta patriótica, la lucha por la libertad, el refugio a los sobrevivientes del genocidio, la democracia, la búsqueda por la igualdad, la construcción del Estado, etc.

Cuando Armenia recuperó su independencia en 1991 volvió a utilizar el Escudo original, solo con algunos cambios estéticos. Que en Artsaj no vivan armenios en este momento no quiere decir que Artsaj deje de existir, ni que no haya sido justo luchar por ella y por su población, ni que se vaya a perder el patrimonio cultural, las costumbres y la idiosincrasia de su gente. Seguir usando los símbolos de Artsaj en la escuela nos permite mantener viva toda esa historia, nos permite reivindicar la lucha sostenida, denunciar las violaciones a los derechos humanos sufridas por las víctimas, festejar su cultura y seguir luchando para que los armenios de Artsaj vuelvan a sus hogares.

En resumen, creemos que la iniciativa del Gobierno de Armenia debe interpretarse como una demostración más de una política neoliberal entreguista y antipopular que pretende bajar las banderas de los reclamos del pueblo armenio. Recorta, achica, limita y circunscribe a una Historia de Armenia lo que debería ser la Historia extensa, luminosa, profunda, conflictiva, dolorosa, diversa, potente y llena de futuro del pueblo armenio.

Juan B. Karagueuzian
Profesor en Ciencias de la Educación
Profesor e Integrante del Equipo de Gestión Institucional del Colegio Armenio Jrimian

Fuentes:
Artzruní, A. (2010) Historia del Pueblo Armenio (Traducción y actualizaciones de Rubén Artzruní). Buenos Aires: SIRAR Ediciones.
Ferro, M. (2007) Cómo se cuenta la historia a los niños en el mundo entero. México: Fondo de Cultura Económico.

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