Nikol Pashinyan le soltó la mano a Artsaj – Epílogo semanal 15/4/2022

16 de abril de 2022

Pashinyan le soltó la mano a Artsaj

“Nikol Pashinyan es una amenaza existencial para la República de Armenia y la República de Artsaj”. La afirmación es del ex ombudsman para los Derechos Humanos de Armenia, Arman Tatoyan, y los hechos nos demuestran, y nos demostraron, que tiene razón.

El discurso ante la Asamblea Nacional Armenia del día 13 de abril contradice completamente con los intereses de la nación armenia ya que manifiesta claramente la intención de las autoridades dispuestas a cederle Artsaj a Azerbaiyán.

Pashinyan afirmó que Armenia enfrenta la presión internacional para reducir sus demandas de larga data sobre el status de Karabaj y para reconocer la integridad territorial de Azerbaiyán. “Hoy, la comunidad internacional nos dice claramente que ser el único país del mundo que no reconoce la integridad territorial de Azerbaiyán, aliado de Turquía, es un gran peligro no solo para Artsaj sino también para Armenia”, dijo puntualmente.

No es la comunidad internacional la que impone reconocer la integridad territorial de Azerbaiyán sino el tándem Ankara-Bakú que, con sus exigencias, pretenden legitimar las fronteras actuales y cerrar, de esta forma, la cuestión de Artsaj aceptando que forme parte de Azerbaiyán, entre otras graves cuestiones.

Pashinyan nos quiere hacer creer que los 150.000 armenios de Karabaj pueden vivir bajo la bandera de Azerbaiyán con sus derechos garantizados. “Es una cuestión de derechos y no un tema territorial” repite el canciller Ararat Mirzoyan desde hace un par de meses.

Pensar que los armenios van a ejercer su derecho a vivir en forma libre y en paz en un status distinto al derecho que brinda el principio de autodeterminación es absurdo e inaceptable. Cualquier discusión sobre el status de Artsaj dentro de Azerbaiyán, incluso con cierta autonomía, es inadmisible.

La agenda impuesta por Azerbaiyán bajo amenaza de fuerza debe rechazarse. El acuerdo de paz con el que fantasea Pashinyan es una nueva capitulación, quizás la definitiva.

No hay duda de que será una cuestión de tiempo para que Bakú recurra a su metodología de limpieza étnica como lo hizo en Najicheván y en otros poblados armenios después de la guerra del 2020 y a lo largo de su corta historia desde 1918.

Tras las declaraciones del Primer Ministro en la Asamblea Nacional, el presidente de Artasj, Arayk Harutyunyan, convocó a una reunión del Consejo de Seguridad en forma urgente y se reunió con los expresidentes Arkadi Ghukasyan y Bako Sahakyan. Hasta ese momento las autoridades de Artsaj hacían sus críticas en ámbitos reservados aunque mostraban su preocupación de alguna forma. Hoy, ya expresan su cólera abiertamente, y no es para menos.

El Parlamento de Artsaj se reunió en forma extraordinaria al día siguiente de la declaración de Pashinyan y emitió un comunicado contundente que recomiendo leer entero. Afirmaron que cualquier anexión forzosa de Karabaj a Azerbaiyán, en el marco de la supuesta agenda de paz entre Ereván y Bakú, destruirá al estado de Artsaj. Además instó a las autoridades de la República de Armenia a que abandonen su actual posición entreguista.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Artsaj, David Babayan, le pidió a Ereván que no cruce “las líneas rojas”. “Cualquier intento de incorporar Artsaj a Azerbaiyán conducirá al derramamiento de sangre y a la destrucción de Artsaj y después tampoco habrá más República de Armenia”, alertó.

El pueblo de Artsaj es consciente de que Nikol Pashinyan le soltó la mano. La oposición lo viene advirtiendo desde hace tiempo. Lo dijeron desde siempre. “Ni Nikol Pashinyan ni ninguna fuerza política o grupo de personas tiene ningún mandato para tomar tal decisión sobre su destino en lugar de los armenios de Artsaj”, dice un comunicado del Buró de la FRA-Tashnagtsutiún que, además, advierte a la comunidad internacional que cualquier transferencia territorial será ilegal.

Las diferencias entre Stepanakert y Ereván se notan hasta en un tema indiscutible: la seguridad. Mientras el presidente Harutyunyan destaca que la provisión de una relativa y frágil paz hasta ahora fue posible gracias a las fuerzas de mantenimiento paz rusas y que su presencia debe ser garantizada indefinidamente, el gobierno de Pashinyan se embarcó en un aventurero agravamiento de sus relaciones con Moscú y, sin medir consecuencias, acusó a las fuerzas de paz de estar en connivencia con Bakú después de los últimos episodios en Parukh, cerca de Stepanakert.

Es evidente que el conflicto de Karabaj se está convirtiendo poco a poco en otro campo de confrontación entre Rusia y Occidente tras la guerra en Ucrania. Eso explica la ausencia de toda mención de Rusia, y de sus fuerzas de paz, en el comunicado emitido luego del encuentro de Pashinyan y Aliyev en Bruselas, el 6 de abril pasado, a instancias del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Hay un intento innegable de sacar a Rusia de las negociaciones en el formato de trabajo de los copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE (que conforman Francia, Estados Unidos y Rusia), la única con mandato para resolver el conflicto. Desarticular la instancia de Minsk fue algo buscado por Aliyev aún antes de la guerra y, con su actual retórica, refuerza el criterio de que “el conflicto de Karabaj ya está resuelto” y que no tiene sentido la intermediación.

Azerbaiyán y Turquía están tratando de sacar provecho de esta situación internacional a instancias de Occidente y endurecen sus demandas para lograr acuerdos cada vez más beneficiosos ante un gobierno armenio que perdió la guerra.

El Canciller turco Mevlüt Çavuşoğlu, que en pocos días visitará Sudamérica, presiona a Armenia para que se aceleren las reuniones para normalizar las relaciones con su país. “Entendemos que estén bajo presiones de la diáspora“, declaró ante la televisión turca y le pidió al gobierno de Pashinyan “que sea un poco más valiente para enfrentar el tema”. Çavuşoğlu recordó más adelante que el curso posterior de las conversaciones armenio-turcas está condicionado por la firma del acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán.

La “agenda de paz” de Pashinyan es tan falsa como el “venceremos” de la guerra de los 44 días, afirmó una diputada de la Alianza Armenia. El único objetivo del Primer Ministro armenio es preservarse y perpetuarse en el poder a costa de sacrificar Artsaj y parte del territorio de Armenia.

Para el apetito de Aliyev no hay tratado que tenga validez. Si logra esta instancia el próximo paso es Syunik, Armenia, el último bastión para el sueño panturquista.

Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA

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