Firmar la paz con Estados terroristas

05 de enero de 2023

No se entiende que un gobierno hable de paz mientras las tropas enemigas amenazan, atacan y ocupan parte de su territorio soberano. Mientras atemorizan, hieren y asesinan a la población civil y militar. Mientras declaran a los cuatro vientos que el territorio donde habitaron los armenios desde hace miles de años es, en su totalidad, un lugar que no le pertenece y que están dispuestos a conquistarlo.

El bloqueo de la única ruta que conecta a Artsaj con el exterior y que la une a Armenia, no sólo genera un gravísimo tema humanitario sino que es otra técnica de guerra utilizada por el Estado terrorista comandado por Ilham Aliyev. La acción, disfrazada de ambientalismo, persigue objetivos psicológicos, económicos y políticos, cuyo objetivo final es, por supuesto, la despoblación armenia y la entrega total de Artsaj.

La indiferencia y la tardía reacción de las autoridades armenias en este peligroso asunto asombra a propios y ajenos. Hace tiempo que Pashinyan excluyó a Armenia de su responsabilidad por la seguridad de Artsaj. En el caso del corredor de Lachín, prácticamente puso toda la responsabilidad de abrir el camino en las fuerzas de paz rusas y él pasó a ser un espectador más.

En nombre de “las negociaciones de paz” tanto el Primer Ministro armenio como sus diputados dejaron de hablar de la República de Artsaj y lo reemplazaron por “armenios de Karabaj” y, en lugar de reivindicar el principio de autodeterminación, hacen una tímida defensa del derecho de la población armenia de Karabaj. No es sutil la diferencia.

Sin embargo, Artsaj está decidido a resistir. Las 70.000 personas que manifestaron el pasado domingo 25 de diciembre, una vez más mostraron al mundo la férrea voluntad de ser libres a toda costa, incluso con más “derramamiento de sangre” si hiciera falta, como afirmó el nuevo hombre fuerte de Artsaj, Ruben Vardanyan.

Artsaj no se considera territorio de Azerbaiyán como afirman Erdogan, Aliyev y Pashinyan. Así lo demostró la contundente declaración de la Asamblea Nacional en la que, en respuesta al gobierno de Armenia, expresó que “nadie tiene el derecho de decidir el destino por ellos” y que “jamás formarán parte de Azerbaiyán”. Lo gritan y repiten hasta el cansancio.

A Aliyev no le interesa en absoluto una presencia de las fuerzas de paz rusas en Artsaj pero, con todas las objeciones posibles y reales, es esa presencia la que impide cerrar por completo la cuestión del estatus de Artsaj como pretenden Bakú y Ankara. Los “activistas” ahora intentan imponer que haya “una cooperación” azerbaiyana en los puestos de control donde están las fuerzas de paz, lo que sería un paso más hacia el control total.

En este episodio como en otros, la comunidad internacional no ve una posición clara de Ereván. La propia Armenia fue agredida por Azerbaiyán en, por lo menos, tres oportunidades desde el acuerdo tripartito del 9 de noviembre firmado por un Pashinyan derrotado, en inferioridad de condiciones, en el que entregó más de lo que el enemigo esperaba: Shushí y Hadrut.

Como viene informando detalladamente Diario ARMENIA, desde mayo de 2021 Bakú no solo incumplió los acuerdos sino que usurpó alturas estratégicas y se fijó el objetivo de desarmar la infraestructura militar de Syunik y desplazar al máximo a la población armenia de los territorios fronterizos para llevar adelante el viejo proyecto panturquista del corredor Zanguezur para unir Azerbaiyán con Najicheván y Turquía. En estos días algunos hablan de un chantaje manteniendo de rehenes a 120.000 personas: un corredor por otro.

En septiembre de 2022, Azerbaiyán realizó un nuevo ataque en gran escala sobre la frontera oriental armenia con un número de víctimas mortales que superaron los 200. El ejército invasor capturó un número desconocido de soldados armenios, que aún permanecen cautivos, y sumó varios kilómetros más de territorio ocupado. Abraham Gasparyan del think tank  Génesis Armenia equiparó la superficie ocupada a la equivalente a dos Ereván.

El ataque fue acompañado de nuevos crímenes de guerra absolutamente aberrantes y escandalosos por su accionar inhumano que, esta vez, sensibilizaron a organismos internacionales y a parlamentarios españoles, estadounidenses, uruguayos y, en forma muy contundente y con exigencia de sanciones internacionales, por parte del Parlamento francés.

En este panorama de presión y coerción Pashinyan y su gobierno están embarcados en realizar la delimitación y la demarcación de las fronteras. Es muy simple y claro el juego político de Aliyev para establecer los nuevos límites dando por hecho que donde están sus soldados hoy es territorio azerbaiyano. El cierre del corredor y el asedio a Artsaj es otra operación de presión a Armenia para fortalecer su posición en las negociaciones y acelerar la firma, además de la búsqueda del vaciamiento de armenios.

De las contradicciones e incoherencias del Primer Ministro armenio se aprovechan los enemigos. Pashinyan denuncia a Azerbaiyán por no respetar los acuerdos y predica y propicia un nuevo acuerdo con el verdugo. Por un lado acusa a Aliyev de tener intenciones genocidas y por otro lado intenta convencer a sus conciudadanos de que es imposible mantener Artsaj, que los derechos y demandas armenias no son realistas y que será beneficioso para el futuro firmar una serie de concesiones que Bakú y Ankara ya pusieron sobre la mesa.

Pashinyan nos hace creer que el precio por la paz es Artsaj, pero después de Artsaj irán por Syunik, Ereván y Seván. La normalización de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán no puede ser a expensas de la República recuperada en 1991. Su reconocimiento dentro de Azerbaiyán conducirá a una catástrofe no solo para Artsaj, sino también para todo el Estado armenio. 

Distintos analistas internacionales sostienen que Bakú está allanando el terreno para un nuevo ataque en la próxima primavera en busca del 30% restante de Artsaj y contra el sur de Armenia, algo que no resulta inverosímil viendo el actual panorama y el manto de impunidad que lo blinda.

Es evidente que Nikol Pashinyan no puede proteger los derechos e intereses armenios. No debería ser él quien negocie con el tándem turco-azerbaiyano ya que su posición es de total debilidad porque fue vencido y vilipendiado tras la guerra de 44 días. Es lo que le cuestiona la oposición y gran parte de la diáspora armenia mientras trata de hacernos digerir una inentendible, falsa y peligrosa agenda de paz que, como vemos y sabemos, es una fantasía.

Al cierre de esta nota las presiones de la comunidad internacional para el desbloqueo del corredor de la vida de Artsaj no tuvieron ningún efecto positivo. Pasaron 25 días desde el inicio de esta acción criminal ideada por el gobierno fascista de Ilham Aliyev.

Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA

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